Elio García recuerda el incidente que en una ocasión tuvo con un acordeonista que también frecuentaba el Arco de la Cárcel y que fue con malas maneras a defender su ‘feudo’. Y es que el soportal de este enclave de la capital es un lugar frecuentado por los músicos callejeros, pues ahí solían tocar también una joven pareja de cántabros a los que Elio tiene en buena estima y que conforman una nómina de músicos que trabajan en la calle y que en palabras de García, «debe ser más amplia de lo que creo», enumerando a Artion, el acordeonista ruso al que se le ve a menudo en la Calle Ancha, un guitarrista flamenco que suele parar en Ordoño II y un joven holandés que toca la guitarra clásica y que suele ubicarse en las inmediaciones de la calle la Rúa.
Además de la guitarra, Elio García tocó los teclados en algunos de los grupos en los que militó años atrás, si bien se reconoce antes compositor que instrumentista. «Realmente antes de tocar sí que escribía canciones y para mí resulta mucho más cómodo para tocar y para componer incluso la guitarra que el teclado», reconoce este músico autodidacta que empezó la carrera de magisterio musical pero no la llegó a finalizar. «Ya entré sabiendo tocar y las pocas cosas que sé teóricas las aprendí allí, pero básicamente lo que sé de música lo he aprendido por mi cuenta», comenta este intérprete y autor de más de ochenta canciones que tiene registradas en el ordenador, aunque reconoce que de todas ellas apenas le convencen una decena. «El problema que tengo es que cuando compongo una canción la anterior me deja de gustar, por eso me suele costar acabar un repertorio», confiesa García, que a la hora de escribir recuerda que al principio los temas más recurrentes eran las relaciones con las chicas, si bien el paso de los años le ha llevado a escribir sobre otras cuestiones que no se anima a concretar. Del repertorio que toca y canta en la calle no todas son composiciones propias, sino que también hay versiones de sus músicos favoritos. «Es verdad que en la calle llama más la atención las versiones porque la gente que reconoce una canción se para más a escucharla, pero en los conciertos suelo tocar mis propias creaciones», sostiene este músico influenciado por el folk y el indie y entre cuyos referentes destaca sobremanera Bob Dylan. «La verdad es que con los años prácticamente solo escucho folk americano, que aunque no soy una persona espiritual me atrae sin embargo ese componente litúrgico que tiene. Personalmente me gusta la imagen de alguien con una guitarra que hace una canción, a la que después puedes hacer arreglos y mejorar, pero a mí me gusta lo básico. Una gran canción lo es en el momento en que se hace. Precisamente me gusta del folk su condición de música sencilla y poco ornamental».Elio García reconoce que lo de cantar ha sido y todavía sigue siendo una dura batalla. «Lo de tocar la guitarra y el piano lo fui aprendiendo por mi cuenta y viendo a otros hacerlo, que es como se aprenden las cosas. A cantar empecé mucho más tarde, porque realmente hasta los 23 o 24 años no me puse a ello en serio. Otros cantaban mis canciones en los grupos de los que formé parte y a mí me daba un poco de rabia, lo que pasa es que nunca consideré que cantara bien, pero empecé poco a poco a hacerlo. Al principio muy mal, después un poco mejor y hasta hoy», reconoce este cantautor que cada vez frecuenta menos el Arco de la Cárcel «porque ya fui mucho y quiero que los viandantes que pasan por este lugar descansen un poco de mí», frecuentando últimamente, sobre todo los fines de semana, la Calle Ancha a la altura del Obispado y las inmediaciones de El Corte Inglés.
Con esta actividad se llega a subsistir «si eres austero», reconoce García, que no renuncia a volver a las bandas, aunque asegura que su ritmo vital «es bastante lento». «Sí que me apetece pero cuando tenga un repertorio que a mí me guste realmente. He dado muchos conciertos con múltiples grupos y te lo pasas muy bien, pero también me apetece hacer algo más significativo, aunque sea para mi mismo, como un disco grabado que cuente con un repertorio del que pueda sentirme orgulloso. Es en lo que estoy. Tengo varias canciones empezadas y acabándolas poco a poco. Antes escribía más de un tirón y ahora me cuesta un poco más. También cuido más las letras», comenta este compositor que elige ‘Tambores de guerra’ entre sus canciones predilectas «porque se ajusta al concepto de música programática que es capaz de evocar imágenes en quien la escucha», concluye.