El reloj que en realidad no se había estropeado

¿Anda, está parado, volverá a la casa Rolex donde ya estuvo? Lo curioso es que realmente no se había estropeado pero el Cabildo, por comodidad, le instaló un sistema eléctrico "para no tener que darle cuerda" e inutilizó la maquinaria de la famosa casa suiza

Fulgencio Fernández
11/04/2021
 Actualizado a 11/04/2021
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El reloj de la Catedral, más bien los sucesivos relojes que en el templo hubo,está protagonizando estos días una curiosa polémica político/religiosa/histórica que se viene a sumar a otras muchas que ya ha vivido.

Quería un partido (UPL) gestionar su traslado a la Casa Rolex para que lo arreglara y el Cabildo afirma que no está estropeado... Tal vez el misterio resida en ¿qué maquinaria es la estropeada? pues se habla de volver a la casa Rolex, que fue la que ya se hizo cargo de su arreglo en 1992, cuando el famoso incidente de no sonar cuando los leoneses esperaban las campanadas para inaugurarlo y comer las uvas para recibir al 93.

¿Otra vez a Rolex? Ignacio Boixo, que estudió el reloj y siguió el caso de cerca, recuerda que «realmente el reloj no estaba estropeado, funcionaba, pero con un mecanismo que obligaba a una atención diaria, darle cuerda, para entendernos, y el Cabildo decidió hace como 20m años instalar un sistema eléctrico, que no da trabajo y es al que sigue ‘enchufado’ de modo discreto».

Un problema parecido tenía el reloj de la iglesia de Vegas del Condado y se sustituyó por un sistema automático de remonte de cuerda.

Una anécdota que se viene a sumar a otras anteriores, como la de las ‘tablas medievales’ del citado reloj, ya que era de 1590. «Estaban en mal estado y fueron sustituidas. Las viejas quedaron allí aparcadas y decidieron tirarlas, pero un anticuario las recuperó de la basura, posteriormente fue denunciado y tuvo un grave problema por traficar con obra medieval», recuerda Boixo.

Pertenecían estas tablas al reloj original, documentado en 1523 y obra del fraile leonés Francisco.

Hubo un segundo reloj en la Catedral que se lo encargó el Cabildo a un relojero de Zamora, Francisco Francos, en 1773. Había costado 40.000 reales y se estropeó quince años después, lo que provocó otra de las polémicas de los relojes catedralicios. El relojero es llevado ante la justicia pero cuando ésta dicta sentencia el zamorano Francos ya había fallecido. Eso de la lentitud de la justicia parece que viene de lejos.

Los herederos se lo vendieron a la iglesiade Santa María del Azogue de Benavente, donde funcionó durante casi un siglo pero cayó finalmente fulminado por un rayo.
¿Justicia Divina?

Los siguientes pasos están escritos en el propio reloj: «Año de 1788, en el pretil del Real Palacio de Madrid me hizo D. Ramón Durán, natural de él, socio de mérito de la Real Sociedad de esta Corte», y añade Boixo que «este reloj de 1788 es de péndulo, con una aguja y sonajería yestá instalado en el frontal de la torre sur». Y éste llega hasta el famoso año del traslado para que lo arregle Rolex, la historia ya contada al principio; pero tal vez olvidemos un nombre importante en ella, el de Francisco Fernández, al que todos llamaban Ico El Campanero, que era también quien cuidaba el reloj. Su muerte en los años 70 fue un duro golpe para el cuidado del reloj y comenzó ese declive que nos llevó al 92, a la Rolex, a la maquinaria eléctrica...
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