En los tomos previos aparecía la ciudad al final, con la nochebuena de cada año y la visita a la casa familiar, pero en este volumen se hace más presente quizá porque, como ha dicho el autor en alguna entrevista, con el pasar de los años se ve cada vez más cerca de la infancia.

El año en que se desarrolla ‘Éramos otros’ es el ya lejano 2010. Pasan por sus páginas los hechos de entonces, los grandes y los pequeños, que tenemos bastante olvidados: el terremoto de Haití, la muerte de Miguel Delibes, el mundial de fútbol ganado por la selección española; a los que añade sus viajes: a una Nápoles pintoresca para visitar la tumba del poeta Leopardi, a la sombría Bélgica o a la lluviosa Irlanda y los insufribles peregrinajes de conferencias y presentaciones del sufrido oficio de escritor mientras comenta la preparación de la reedición de su ensayo sobre los escritores durante la guerra civil, ‘Las armas y las letras’.
Si tenemos en cuenta que esta es la vigesimocuarta entrega de los diarios de Trapiello y que estos tienen entre doscientas y setecientas páginas cada uno –en total pueden ser casi trece mil–, escoger los fragmentos en los que escribe de León ya daría para un buen libro que retratase la ciudad con su mirada, incluyendo pasajes tan bonitos como aquel en el que narra un recuerdo de su infancia a la salida del colegio de la calle del Cid, cuando, al volver a casa, veía acudir a los hombres de entonces a afilar sus navajas en las grandes piedras que forman la barandilla del puente sobre el paso del tren de vía estrecha.