Cuando León apenas salía en los medios de comunicación nacionales, como en el año 1966, el ABC publicaba el 22 de octubre una noticia de esta ciudad:«Se han iniciado las obras de derribo del teatro Principal de León, propiedad del Ayuntamiento y el único que hubo hasta principios de siglo. Todavía en 1936 había dos, éste que ahora se derriba y el Alfageme...».
El teatro Principal es uno de los nombres que primero aparece cuando se habla de aquellos edificios del viejo León que han desaparecido, cuando se inicia ese recorrido por la senda de las nostalgias de lo que hubo y ya no está. Unas veces parece justificada la desaparición por «los tiempos modernos» pero en otras muchas desapariciones el debate se mantiene abierto.
Quienes admiran aquellas fotos de la avenida Padre Isla rodeada de árboles, con las lecheras camino de la ciudad, que sólo se sabe que es esta céntrica calle por la iglesia que se adivina al fondo, también saben que es inviable su existencia en la actualidad;pero los adjetivos se vuelven duros cuando se habla, por ejemplo, de la demolición del Instituto General Técnico ‘Padre Isla’ para construir allí el actual Juan del Enzina.
Las opiniones son respetables pero las imágenes están ahí, en la parte superior de esta página aparece el edificio derribado y por no avivar el fuego no colocamos el nuevo.
El mismo debate de las calles, a cuento de lo apuntado con la avenida Padre Isla, se repite una y otra vez antes las numerosas viejas fotografías de los soportales de la plaza de Santa Ana. Algunas de ellas, con cerdos caminando por la plaza, nos hablan de tiempos que no son actuales pero nunca falta quien defienda que «parece lógico que no anden los gochos por la calle, pero ¿quién nos obliga a tirar los acogedores soportales?».
Son otros muchos los edificios, rincones y otros elementos que añora la gente. Ya nadie cree que puede pervivir un surtidor como el que había también en Padre Isla, cuando «circulaban cuatro coches» por la ciudad y ahora se exige otra seguridad, pero muchos de los que un día, siendo niños, metieron la mano en aquellos buzones de Correos en los que la ranura para introducir las cartas era la boca de un fiero león ahora se preguntan por los motivos para quitarlos y ¿dónde están? La respuesta parece que es que en un museo que la empresa, Correos, tiene con todas estas cosas.
Son muchos los elementos que forman parte de la senda de las nostalgias —justificadas o no, ése es otro debate—. A bote pronto se podrían añadir a ese Teatro Principal y el viejo Instituto la construcción que justificaba el nombre de Puerta Obispo, ‘la pasarela’ que unía la Catedral con el Obispado y que desapareció a primeros del siglo XX; el viejo Hospicio o, sobre todo, numerosos e históricos comercios que eran un monumento en sí mismos (como el almacén de paños de esta misma página), o carpinterías, guarnicionerías y otros negocios similares. Algunos aún existen, otros han tenido solución, como Pallarés, y otros muchos son pasto para la polémica.
Y las pocas fábricas que en esta tierra hubo, como Hierros Zarazúa o la harinera Alfageme, que ‘falleció’ no hace muchos meses.
El León de aquí estaba
"Aquí estaba..." es una frase que repiten los más veteranos -y no tanto- cuando recorren la ciudad por alguno de los lugares de la capital que han cambiado su fisonomía. Unos cayeron ante la lógica de los teimpos, otros ante la ilógica.
25/07/2016
Actualizado a
19/09/2019

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