La frecuencia con la que usa postes de teléfono, farolas o señales de tráfico, hace que sea bastante habitual verlo desde los automóviles mientras viajamos por carreteras, o autovías.

Pero el ratonero también caza desde el aire, y planea durante mucho tiempo su territorio, lanzándose en picado a por sus presas. En época de ausencia de roedores, amplía su dieta a insectos, pequeños reptiles, batracios y algún ave pequeña. También depreda sobre gazapos de conejo, sobre todo afectados de alguna enfermedad que merma su capacidad de huida.
De un tamaño medio, esta pequeña rapaz de alas fuertes y redondeadas tiene medio metro de altura, y una envergadura alar de 1,40 metros.
De un color pardo, aunque muy variable, como puede verse en las fotografías que acompañan a este reportaje, y una parte inferior así como un pecho moteado, pasa bastante desapercibido cuando está inmóvil.
Los ejemplares juveniles, mucho más claros que los adultos, son bastante beligerantes con otros individuos, incluso sus progenitores.
Hay estudios que sitúan la vista de los ratoneros como la más aguda de entre las aves rapaces, pudiendo ver sus presas desde una altura de más de cien metros. En otras ocasiones el más leve movimiento de la hierba seca, le pone sobre aviso, y fija la vista sobre el lugar hasta que descubre quien ha sido el culpable de ese movimiento y lanza su ataque.
Esa pequeña rapaz tiene todas las características de las águilas, y muchos la consideran como la más pequeña de las águilas de la península.