El hombre que creía en los 'otros' deportes

Ángel Fernández Córdoba es uno de los nombres más repetidos esta semana, pues se celebra el Memorial que lleva su nombre. Grandes gimnastas de todo el mundo están en León ¿y Ángel?

Fulgencio Fernández
10/12/2017
 Actualizado a 13/09/2019
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Trescientas gimnastas de más de veinte países, Carolina Rodríguez... son los nombres propios de este fin de semana. Y todos bajo el paraguas de un nombre: Memorial Ángel Fernández Córdoba.¿Quién fue? Falleció hace menos de cuatro años pero su nombre fue habitual entre los leoneses de varias décadas anteriores.

A los nombres ya citados habría que añadir uno más, fundamental en la historia de la gimnasia rítmica en León: Ruth Fernández, y ahí ya se vislumbra la figura de Ángel, su padre, el creador de ese Club Ritmo que ahora es un valor seguro en el deporte de esta ciudad de la mano de Ruth.

En el Leonés apostó, en los años 60, por el hockey, después se volcó con el club Ritmo  Ángel Fernández Córdoba es sinónimo de deporte en León, de la mano de la OJE fundamentalmente y en principio, que ya se sabe que el deporte durante décadas creció a la sombra de esta organización y de los colegios, en ambos campos estuvo presente la figura de Ángel Fernández Córdoba, aunque sin un perfil político en su participación. El Colegio con el que se volcó fue el Leonés.

Su figura en los años 60 y 70 era habitual e imprescindible en el deporte leonés. Lo ‘curioso’ de su caso es que su pasión por el deporte iba más allá de «los tradicionales» y se volcó con algunos que en aquellos tiempos debían parecer una verdadera excentricidad. En el Leonés su predilección fue por el hockey, aunque sin olvidar otros como el balonmano y el baloncesto, que tampoco eran excesivamente mayoritarios en aquellos años.

Y después llegó su otra pasión y su ‘hijo’ más recordado y, seguramente, entrañable para él: El Club Ritmo, con el orgullo futuro de cederle el testigo a su hija Ruth, aún hoy en «el timón de este gran club». Otra gimnasta de este Club, Carmen, escribía en su adiós: «La verdad que no recuerdo cuando te vi por primera vez, ya que empecé con 10 años en el club, pero seguramente fuese por el gimnasio cuando entrenábamos. Sin saberlo y desde ese momento comencé a formar parte de tu familia… Bajo la mano de tu hija Ruth, que tenía debilidad por tí y sentía la misma pasión que tú por su deporte, fui creciendo como gimnasta. Para Ruth éramos como sus pequeñas hijas, a las que llevaba a comer por ahí, a dormir a su casa… y allí siempre estabas tu con una sonrisa mirándonos.

Dos años más tarde, por circunstancias de la vida mis padres fueron trasladados a otra ciudad definitivamente. Una vez más la cabezonería de Ruth hizo que terminara viviendo en tu casa como si fuese una hija más, ya que así me lo transmitías». El ejemplo vale más que mil palabras de quién era Fernández Córdoba.
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