El futuro del MUSAC

Bruno Marcos analiza el futuro del Centro de Arte Contemporáneo de Castilla y León tras la crisis provocada con el relevo de su director

Bruno Marcos
27/07/2021
 Actualizado a 27/07/2021
Vista aérea del MUSAC. | JORDI BERNARDÓ
Vista aérea del MUSAC. | JORDI BERNARDÓ
El Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León está implantado en un territorio más grande que Portugal pero mucho menos densamente poblado que aquel país. Una comunidad autónoma que tiene nueve provincias —algunas de ellas muy distantes— aquejadas de despoblación, paro y envejecimiento. Apenas existe coleccionismo, ni tejido artístico, poco más de una decena de galerías de arte y una única facultad universitaria de Bellas Artes.

La situación en relación a estos aspectos no ha mejorado en los últimos quince años en los que lleva abierto el MUSAC, más bien ha ido a peor. El cierre de las principales galerías lo hace patente: Tráfico de Arte, Varron, Evelio Gayubo, Adora Calvo, Cubo Azul… Y esto ha ido acompañado del abandono o la emigración de los mejores creadores. El archivo de artistas de la comunidad que existe en la institución lleva sin una nueva incorporación casi una década. De las más de mil cien obras que posee el museo figuran como autores de Castilla y León en torno a treinta y de entre ellos de León, la ciudad en la que se ubica, poco más de diez. Algo tan absurdo —y perdonen la comparación— como que el Pompidou de París tuviese menos de un diez por ciento de artistas franceses.

La existencia de la institución ha aportado un gran equipamiento, producido exposiciones importantes, importado novedades, generado debates, editado publicaciones interesantes, ha abierto caminos, actualizado la mirada de la ciudadanía; pero en su radio de acción han desaparecido todo tipo de iniciativas. La absorción presupuestaria de la primera etapa quitó el oxígeno a todo lo demás, concentrada la política cultural en una dinámica de eventos superficiales llevó al límite un proyecto insostenible en el tiempo que quebró antes de la crisis económica. Luego ha sido muy difícil enderezar las cosas aunque se han hecho esfuerzos.

Ahora se inicia una nueva época con el cambio en la dirección del museo. Se han oído todo tipo de previsiones negativas: la merma del presupuesto y del personal, la puesta del museo y de lo público en manos de lo privado, incluso, el desmantelamiento total.

La realidad es que el museo no lo tiene fácil, tampoco cuenta con la ayuda de los otros centros de arte que se abrieron en la comunidad autónoma con el entusiasmo de los años noventa: el Patio Herreriano en Valladolid, el CAB en Burgos, el DA2 de Salamanca o el Esteban Vicente en Segovia. Todos ellos se vinieron abajo con la crisis económica y sobreviven a duras penas con lo justo para seguir abiertos. Tampoco las entidades provinciales salen del letargo y las locales siguen concentradas en lograr turismo transformando las ciudades en parques temáticos de sí mismas.

El MUSAC se enfrenta a un futuro complicado. Entre otras muchas cosas y por ejemplo: ¿Qué hacer con su colección?¿Seguir coleccionando?¿Seguir comprando prácticamente sin dinero? Un museo tiene que coleccionar, pero lo hace para conservar el relato de un tiempo en un espacio y ese relato se exhibe en una exposición permanente. Quizás el MUSAC carece de una identidad bien definida porque el visitante no sabe lo que va a ver, porque no se muestran piezas emblemáticas, porque no hay exposición permanente, porque no hay relato. ¿Y qué relato tendría que hacer el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León? Esa pregunta es la que había que haberse hecho desde le principio.

La cuestión no es quién aterrice ahora en el puesto de director, el MUSAC no debería seguir en solitario, improvisando, acertando unas veces y equivocándose otras; debería ir hacia el futuro dentro de una política cultural bien vertebrada de la que llevamos careciendo demasiado tiempo.
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