Este jueves, Cines Van Gogh retransmite aquella gloriosa velada. Pese a sus 55 años y sus evidentes kilos de más, Pavarotti seguía en plenas facultades: el timbre de oro, la perfecta emisión, la flexibilidad, los agudos brillantes, la musicalidad, la pasmosa naturalidad con que hacía todo sin esfuerzo. Venía de protagonizar, un año antes, el histórico recital de Los Tres Tenores en las Termas de Caracalla de Roma, que acercó la lírica al gran público; su grabación se convertiría en el álbum de música clásica más vendido de todos los tiempos.

Con su irresistible carisma, el tenor abordó tonadas populares como ‘O sole mio’ o ‘Torna a Surriento’, y hasta dedicó un aria a Lady Di. «Nunca he visto una mujer como ella», dijo en inglés, en alusión al título ‘Donna non vidi mai’, de ‘Manon Lescaut’. La «princesa del pueblo» había ejercido como tal al principio de la velada: fue la primera invitada de la zona VIP que bajó su paraguas, que no dejaba ver al resto de asistentes. Siguieron su ejemplo el compositor Andrew Lloyd Webber, el primer ministro de entonces, John Major, o el actor Michael Caine. Hora y media más tarde, cuando Diana de Gales conoció en persona a Pavarotti, tanto ella como el príncipe Carlos estaban empapados, tiritando (lo relató el tenor en su biografía). Aquel día comenzó una hermosa amistad. Gracias a ella, el cantante descubrió la filantropía y los actos benéficos, a los que dedicó los últimos años de su vida.