El descubridor y el divulgador de Picos de Europa

Casiano de Prado y José Ramón Lueje, dos personajes clave en la promoción de la montaña leonesa

Fulgencio Fernández
27/01/2015
 Actualizado a 19/09/2019
Hace más de un siglo había aún menos facilidades para las ascensiones a las cimas de Picos de Europa.
Hace más de un siglo había aún menos facilidades para las ascensiones a las cimas de Picos de Europa.
Picos de Europa es hoy una realidad incuestionable, de la que se habla más que nunca en estas fechas invernales de nieve y monte. A esa realidad que es hoy Picos se ha llegado después de hitos diversos; y nadie duda que el primero de ellos, tal vez el más fundamental, tiene un nombre propio, el de un personaje tan singular como apasionante:Casiano de Prado, al que siempre se le ha puesto el apellido de «el descubridor de Picos de Europa» y se da por hecho, a su vez, que es el primer montañero de la historia de este país.

Compaginaba De Prado el deporte y la ciencia, algo nada fácil. Así lo explicaba en 2013 Juan José Moreno Navarro, vicerrector de la Universidad Politécnicade Madrid, en la inauguración de una exposición sobre este personaje, nacido en Santiago de Compostela en 1797:«Curioso, comprometido y apasionado cuando descubrió los Picos de Europa, un terreno que, como asturiano consorte, me es muy querido. En 1856, Casiano de Prado sube la Torre del Llambrión con sus 2.642 metros, la segunda cima más alta de los Picos. Desde esta altura pudo determinar las alturas de las principales cumbres del macizo central. Las guías actuales para escaladores dicen, literalmente, que técnicamente no es muy difícil pero muy exigente físicamente (de 8 a 10 horas)».

En 1856, Casiano de Prado sube la Torre del Llambrión con sus 2.642 metros, la segunda cima más alta de los Picos Habría que añadir que tenía entonces 59 años, una edad muy avanzada para dedicarse a escalar en aquella época. No lo era, sin embargo, para Casiano de Prado que, según recuerda su estudioso José Ramón Pérez, «no dudaba en descalzarse durante la escalada o dormir al raso con tal de disfrutar del placer de contemplar la naturaleza».

Casiano de Prado era un hombre de una sólida formación intelectual:Estudió química, mineralogía y geología para obtener el título de Ingeniero de Minas, profesión que propició su destino en tierras leonesas, concretamente llegó a esta provincia en 1845 para trabajar como geólogo en la Sociedad Palentino Leonesa de minas, que explotaba los yacimientos mineros del valle de Sabero. Trabajó por tanto De Prado en el gérmen de la pionera Ferrería de San Blas (actual sede del Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León). Tiene De Prado 48 años y empieza a recorrer todos los montes del valle de Sabero primero y los limítrofes después. Así lo contaba José Ramón Pérez en la revista Comarcal de Riaño:«Perplejos debieron quedar los pastores de Fuentes cuando les pidió que le guiarán a la cima de Peñacorada, ‘subir a una montaña sin ningún motivo’».

Pero él sí tenía motivos, elaborar mapas y estudios geológicos realmente pioneros. Allí y en esos Picos de Europa que le subyugaron y se le resistieron. Quiso ir en 1851 pero la niebla le jugó una mala pasada, regresa en 1853 y corona Torre Salinas y en 1856 corona el Llambrión. Y se convierte en su gran divulgador, científico y literario.

Para explicar lo literario baste señalar que también fue el descubridor de El Jarama y alguno de sus textos los utilizó Ferlosio en su novela del mismo nombre. «En la sexta edición un prefacio explicaba que, pese a que muchos le comentaban que era lo mejor de la novela, dichos textos no eran suyos sino de Casiano de Prado».

José Ramón Lueje


Casiano de Prado —aquel tipo singular que con 19 años entró en la cárcel de la Inquisición por proponer la lectura de libros prohibidos— fue el descubridor científico de Picos. Y quien lo pisó palmo a palmo.

Unas pocas décadas después llega a Picos otro tipo singular e imprescindible para su historia, también nacido fuera de León:José Ramón Lueje, asturiano y el gran divulgador de Picos, con tres libros y, sobre todo, con un legado de más de 15.000 fotografías, espectaculares, de paisajes, montañas, pero también de personajes, con especial predilección por todo lo relacionado con el mundo de los pastores.

«Este es el país del pastor nómada, que vive una vida sobria y mansa, heredada de padres a hijos como una reliquia de raza, como un oficio en el que se premian los trabajos y los años con unas jerarquías cuyos grados se ganan muy lentamente, subiendo a través de un calvario de renunciaciones y sacrificios», escribió Lueje quien, como De Prado, pisó metro a metro Picos. Lueje era asturiano, de Infiesto, donde nació en 1903. Su familia había lle gado al Principado «con don Carlos de Gante, cuando desembarcó en Villaviciosa. Y ellos se establecieron en el pueblo de Siete, donde las lápidas del cementerio documentan su presencia y la evolución del apellido, que debía escribirse inicialmente Luetge y posteriormente Lütge y Luejens», novela desde la realidad el periodista asturiano Gracia Noriega en una de sus ‘Entrevistas en la historia’.

«Montañero no es solamente el que vence a la montaña, también lo es el que la siente, la admira y la contempla»Gran estudiante, acabó la carrera de Derecho con menos de 20 años y se labró un futuro. Se casó en 1933 y vino a veranear a Lario. Ahí cambió su vida pues se enamoró de esta localidad leonesa y de todo su entorno. «No ocultó su predilección por el Macizo del Cornión, al que dedicó un libro, y también por los sólidos relieves de Mampodre. No debemos obviar las tremendas dificultades que encontraba José Ramón ante la falta de transporte. Desde Gijón, donde vivía, debía desplazarse en todo tipo de medios: trenes, autocares, camiones de carga, caballerías, carros de bueyes y hasta en el camión de la leche, como él mismo cuenta. Cuando tuvo coche, todo fue un poco más fácil. El no conducía y contrató los servicios de un chófer».

Lueje soportaba con gran entereza las dificultades climatiológicas pero no se acostumbraba a ir solo a la montaña, siempre buscaba compañía. Muchas veces fue el conocido pintor asturiano Nicanor Piñole (autor de su retrato, el que aparece en esta página) y en otras muchas se hizo acompañar de gentes de Lario, como Nemesio Reyero y Frutos Espadas. En la revista de Acebedo, donde le recuerdan muy bien, definen a José Ramón Lueje como «explorador, divulgador, poeta de la montaña, articulista en diarios, autor de varios libros y mapas, pero sobre todo un verdadero apasionado de la montaña y un excelente fotógrafo que, con su cámara, supo plasmar como nadie la vida en la Cordillera Cantábrica». Algo que ‘casa’ muy bien con su frase favorita:

- Montañero no es solamente el que vence la montaña. También lo es, y muy relevante, el que la siente, la admira y la contempla.
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