El Cristo de los ojos abiertos

El Museo Catedralicio-Diocesano recibe la donación de un Cristo de marfil de la familia Norverto-Merino, cuyos representantes, el escritor y académico José Mª Merino y su mujer Carmen Norverto, destacaron la belleza del museo

L.N.C.
15/05/2018
 Actualizado a 18/09/2019
Máximo Gómez Rascón, Carmen Norverto, José María Merino y Antonio Trobajo posan junto al Cristo de marfil, este lunes en la Sala Capitular. | SAÚL ARÉN
Máximo Gómez Rascón, Carmen Norverto, José María Merino y Antonio Trobajo posan junto al Cristo de marfil, este lunes en la Sala Capitular. | SAÚL ARÉN
El Museo Catedralicio-Diocesano de León ha recibido este lunes la donación de la escultura de un Cristo de marfil de los siglos XVII-XVIII, de autor anónimo, y propiedad de la familia Norverto-Merino, que pasará a incorporarse a los fondos de esta institución. El deán de la Catedral, Antonio Trobajo, y el canónico y director del Museo, Máximo Gómez Rascón fueron los encargados de recibir la donación de esta pieza en un acto que se desarrolló en la Sala Capitular, tras la rúbrica de un documento en el que estamparon sus firmas el matrimonio formado por José Mª Merino y María del Carmen Norverto en presencia de otros integrantes de la Familia Norverto-Merino.

El deán de la Catedral, Antonio Trobajo, quiso agradecer el gesto «de toda una familia que está detrás de esta donación, la familia Norverto-Merino, que no es tanto el hecho puntual de donar a los fondos catedralicios una obra importante, sino lo que significa para la ciudad y el pueblo y la Iglesia que peregrina en León ese apego afectivo, desde el cariño y desde el respeto».

Por parte de la familia Norverto-Merino intervino el escritor y académico José Mª Merino, quien recordó que «este crucifijo era algo que le encantaba a mi suegro, a Jerónimo Norverto, y nosotros lo heredamos. El amor por la Catedral creo que lo tenemos todos, a mi me viene de mi padre Bonifacio, que era un enamorado de la Puchra, y cuando Mari Carmen y yo vimos el precioso Museo Diocesano y Catedralicio, que yo creo que en León no es muy conocido y es una pena porque es una joya, pues después de ver la colección de marfiles nos dijimos, qué sitio más adecuado para que el crucifijo de Jerónimo esté allí, rodeado de otras piezas, en un Museo que es una belleza y dijimos, pues vamos a donarlo a la Catedral. Y con mucho gusto, porque ahí es donde tiene que estar este crucificado». A continuación fue María del Carmen Norverto quien recordó su relación con la Catedral «cuando yo estudiaba en la Escuela de Comercio y pasaba todos los días por aquí, y para mí la Catedral era un poco mi casa y a mi padre le hubiera encantado que su Cristo estuviera en la Catedral porque mi padre también era de venir todos los días a la Catedral».

El delegado de Patrimonio, Máximo Gómez Rascón, remarcó la singularidad de esta pieza, de autor anónimo y de escuela castellana de los siglos XVII y XVIII, que pasará a formar parte de las esculturas de marfil «con una singularidad muy especial puesto que será el único Cristo de esta colección del Museo con los ojos abiertos, perfectamente marcados, lo que indica que probablemente pudo haber pertenecido a algún Calvario. «Una pieza al servicio de toda la gente, que aquí cumple mejor su función desde un punto de vista catequético y que rescata las dimensiones que el artista quiso infundir en cada pieza», subrayó Gómez Rascón, quien recordó que el Museo Catedralicio-Diocesano ha tenido treinta mil visitas el año pasado, cuando comenzó la conmemoración del centenario de la creación de esta institución museística.
Archivado en
Lo más leído