
Arraigada a su contexto y cultura, Teresa Burga desarrolla una obra en la que integra modernidad y tradición en el aspecto formal, y en la que subyacen los usos y costumbres de su realidad más cercana, así como un fuerte compromiso social y una crítica de la herencia colonial de Perú, la realidad política y social del país o la situación de la mujer. No en vano, sus obras han sido leídas en clave de mapa sociológico, político y como defensora de los derechos de la mujer y de los postulados feministas.
Burga forma parte de un grupo de mujeres artistas que, pese a ser pioneras en su ámbito, no gozaron del debido reconocimiento en su época, y no es hasta mediados de los 2000 cuando se la estudia y recupera por parte de la historiografía moderna. En los últimos años de su carrera, Teresa Burga ha contado con el reconocimiento de la crítica, con numerosos proyectos a nivel internacional entre los que cabe destacar su presencia en citas internacionales como la XII Bienal de Estambul (2011) y la 56 Bienal de Venecia (2015), o las exposiciones individuales desarrolladas en Instituto Cultural Peruano Norteamericano (ICPNA) de Lima (2010), el Württembergischer Kunstverein de Stuttgart (2011), el Kunstmuseum Trondheim (2013) o el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires – Fundación Costantini (Malba) (2015).