El africano de las montañas de León

Juan Ignacio Ferreras Tascón es, seguramente, el más quijotesco de nuestros escritores y, sin duda, el más olvidado

Fulgencio Fernández
24/04/2016
 Actualizado a 17/09/2019
Juan Ignacio Ferreras Tascón posa junto a su editora en Manuscritos, Elena Díez de la Cortina.
Juan Ignacio Ferreras Tascón posa junto a su editora en Manuscritos, Elena Díez de la Cortina.
Fue uno de esos tipos irrepetibles. Un Quijote de esos que sólo se dan por las tierras de Sancho pero a los que ni siquiera se recuerda en estos días de celebraciones quijotescas.

Es Juan Ignacio Ferreras Tascón, leonés, una patria que aparece enmascarada en sus biografías con un curioso lugar de nacimiento:«Africano de las montañas de León». Lo que realmente esconde son dos rasgos de su biografía, que le nacieron en Tetuán, en 1929, y que se sentía y es de las montañas de León, de la comarca de Riaño.

Ayuda a completar el perfil de Ferreras Tascón saber que él también colabora a la bruma sobre su biografía. Sabiendo que estuvo durante 15 años como colaborador e investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) acudimos a su biografía en la web de esta institución. Es la más curiosa de todas las existentes. «No quiso Juan Ignacio Ferreras Tascón elaborar una autobiografía; se negó siempre porque para él los pormenores vitales de un autor nada añadían a su quehacer literario y porque sabía que toda obra debía defenderse por sí misma. Menos aún aprovechó sus circunstancias vitales con fines promocionales o comerciales. Basten, por lo tanto, los escuetos datos biográficos que el propio Juan nos remitió en su día».

Y esos escuetos datos biográficos nos aclaranmuchas cosas, por ejemplo que «tenía cinco carreras», como te contaban en su pueblo, dos de ellas cursadas en La Sorbona de París:licenciado en Derecho (Madrid, 1953);diplomado por la Escuela de Altos Estudios Jurídicos (Madrid, 1955);licenciado en Letras (París, Sorbona, 1969);doctor en Etudes Iberiques (París, Sorbona, 1969);doctor en Filología Hispánica (Madrid, Complutense, 1985).

Y además escribió más de 50 libros en todos los géneros, de la poesía al ensayo, la novela e incluso el teatro, género en el que fue una inevitable referencia... Entre sus obras se podría recordar que es autor de la primera Historia de la Novela en España (edición crítica y con todas las novelas catalogadas), Las estructuras narrativas del Libro del Buen Amor, Los orígenes de la novela decimonónica... y, cómo no, también se acercó a El Quijote en su ensayo La estructura paródica del Quijote. También es el autor de la que muchos consideran una de las mejores ediciones del Quijote. Incluso el diario El País le buscó en sus inicios para poner en marcha el suplemento de Cultura y no quiso Ferreras, entonces en París, someterse a los corsés que imponen las necesidades ‘comerciales’.

Y, sin embargo, se fue Ferreras sin un solo obituario (o, tal vez, por ello) en prensa, ni en los suplementos de cultura, como recordaba Antonio Fernández Heliodoro.«Ni una sola línea le ha recordado, a la hora de su muerte, en las redes sociales todas. No ha querido ser esta vez España ni siquiera la de los grandes entierros, con sus alabanzas indiscriminadas. Ha sucedido un agravio sin precedentes hacia la inteligencia. Un gravísimo atentado a la Cultura. Pero nos queda su palabra de fuego. Su obra manantial. La maravilla de su diversidad».

Elena Díez de la Cortina, su editora en Manuscritos, recuerda la faceta política del leonés. «Juan Ignacio se implicó activamente en la lucha política. Durante su exilio en París, colaboró en el Mayo del 68, y allí entabla amistad con republicanos españoles exiliados y diversos grupos antifranquistas: anarquistas, socialistas, maoístas, etc. Ferreras colabora en distintas conferencias impartidas a obreros españoles, e incluso llega a enviar libros y propaganda política camuflada bajo el sello remitente de la Iglesia Evangélica. En la Sorbona, donde entonces impartía clases, será acosado por los comunistas que no le perdonaron haber participado en las revueltas del 68». Añade que a su regreso a España entabló contactos con ámbitos republicanos pero desistió de la política activa. Ynos regaló algunos versos sobre los motivos que hoy tienen mucho sentido. Así hablaba del Poder:«Son corruptos, sonríen satisfechos / están en el poder, lo han disfrutado, / ejércitos, iglesias, banca, estado, / dispuestos a gozar y siempre arrechos».

Además, la muerte de su hijo de 18 años en 1983, fue un duro golpe, comomostraba en algunos de sus poemas:«Se me murió la gracia en la frontera / en que lo humano se acerca a lo divino, / ya para siempre es vano mi camino, / ya para siempre inútil mi carrera».

Se convirtió entonces en un tertuliano ambulante, en un sabio de guardia, en un profesor sin aula. Y nos dejó en estos tiempos una obra impagable editada en la leonesa Lobo Sapiens, las voluminosas entregas inacabadas del proyecto Estar sin fin:«Ensayos en los quedialoga con la ciencia, la política y la cultura que vive y colea en el puente que une los siglos XX y XXI».

Un tipo increíble, leonés, irrepetible, africano, olvidado, brillante, sabio... Juan Ignacio Ferreras Tascón.
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