Diego Medrano: "Es una antología procaz, blasfema y tabernaria"

Ovetense de nacimiento, hijo de coyantino, novelista, poeta, ensayista, bohemio, provocador, lúcido. Este miércoles inicia la publicación de una serie de relatos en este Suplemento de Verano

Fulgencio Fernández
06/07/2016
 Actualizado a 13/09/2019
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Nació en Oviedo en 1976, abandonó la filosofía para dedicarse a su vocación literaria "tras sentirme como Oscar Wilde en prisión". No deja indiferente, no lo hizo con su novela ‘El clítoris de Camille’ ni lo hará con los relatos que hoy inicia en La Nueva Crónica. Diego Medrano en estado puro.

– ¿Qué busca un asturiano al publicar en un periódico de León?

– Recordaros que mi padre es de Valencia de Don Juan, donde paso tiempo, escribiendo o lo que sea. Me encanta León y me apetecía publicar aquí.

– ¿Qué va a publicar?

– Una antología de poesía procaz, tabernaria, blasfema... camuflada en una serie de semblanzas o de relatos literarios. Más que relatos serán retratos, que obedecen a aquella poética de Robert Fillou, del grupo Fluxus, que decía que ‘el arte es todo aquello que hace que la vida sea más importante que el arte’. No son textos en los que se mira la belleza del lenguaje o el dominio del lenguaje, sino unos textos en los que la vida salta, unos textos como del pueblo. De ahí que tenga un cariz de poesía anónima, muy procaces y muy picantes en sí mismos.

– ¿Provocadores? Ya que siempre se le acusa de provocador, sobre todo después de ‘El clítoris de Camille’.

– Lo que me gusta es decir bien claro que no hay un lenguaje bonito y en lenguaje feo, todo es el lenguaje; no hay un lenguaje para las clases altas y otro para las clases bajas... La belleza del lenguaje es todo esplendor y la provocación está en el ojo del que la mira o la examina. Muchos poemas vienen de la vida diaria, de las verbenas, de canciones del pueblo anónimo, aquellos de ‘los cojones del cura de Almendralejo van tirando por ellos dos bueyes sin el pellejo’ y todas esas prosas que inventa el pueblo y en las que está el ingenio de la vida.
– ¿Viven los literatos en espacios alejados de la realidad diaria del pueblo?– Claro que sí. Lo peor para un escritor es ser un tipo clasista. Si vamos al último Nobel español, Cela, nos encontramos a un escritor que le interesa el lenguaje del tabernero, del panadero... En mi antología hay algo del ‘Diccionario secreto de Cela’, de cómo configuró el lenguaje del erotismo. En estos tiempos hay que hacer un arte donde la vida salte y creo que en estos relatos de La Nueva Crónica salta la vida, el arte hecho en la calle y en la taberna.– Unos retratos en los que mezcla géneros porque es enemigo de los géneros, de los encasillamientos.– Es que los géneros... Pregunto, ¿a qué género pertenece La Divina Comedia?¿Es teatro, es un poema...? Hay muchas obras que desbordan esa categoría de los géneros.– Coincide en eso con otro asturleonés al que creo que admira, Antonio Gamoneda. – Para mí es un maestro del lenguaje. Estoy convencido de que si Gamoneda fuese francés tendría muchísimo más de lo que tiene, a todos los niveles. Él no es heredero de una tradición española, viene del simbolismo francés, de aquel verso de que ‘sólo lo difícil es estimulante’, y él hace una poesía difícil, tuerce el lenguaje, es un poeta de laboratorio no un poeta de  ranchera y amanecer, como Ángel González y ese tipo de poetas, y en la medida que exige mucho trabajo pues deja a mucha gente a la mitad del camino.– Gamoneda le definió a usted como "un convincente terrorista".– Sí, así fue, ¿qué voy a decir?– Otro amigo ‘leonés en segunda generación’ fue Leopoldo María Panero, ¿cómo aquella relación con el hijo de Panero?– Fue una relación muy intensa que nació cuando yo le envié una carta a un sanatorio mental a raíz de un verso que el decía que era de Góngora y era de Gabriel Bocángel.  A partir de ahí comenzamos a cruzar cartas muy literarias, de cierta profundidad, que con el tiempo se publicaron.– ¿Qué es lo que más le interesa de Leopoldo María?– Todo. Me interesa que tampoco procede de una rama típicamente española pues los Novísimos fue un intento de hacer una poesía donde primaba la joyería verbal, el lujo del lenguaje, que no tuviese nada que ver con la generación de la boina, ni de la berza, ni todo es tan español; Pere Gimferrer y él renovaron el lenguaje.

– ¿Leopoldo María Panero era literatura en sí mismo?

– Esa vertiente suya me atraía mucho. Era un poeta que siempre estaba en la literatura; literaturizó su vida. Sabía muchísimo de literatura, todas las citas que daban eran de memoria, mantenía con la palabra una relación de una intensidad apoteósica.

– Otro personaje que también tenía raíces en Valencia de Don Juan era Francisco Umbral, por el que también ha confesado admiración.
– Umbral me encanta. Me encanta lo que dijo Delibes de él, que "escribe como mea", admiro esa aparente facilidad para escribir, que esconde lo que decían los hermanos Goncourt de la literatura, que "es una facilidad innata y una dificultad adquirida". Umbral era una voz que, él lo reconoció, siempre hacía lo mismo. Lo mismo que decía Dino Buzzati:"Todo gran escritor es de una monotonía deslumbrante". Todo Umbral es lo mismo, todo Proust es lo mismo, todo Kafka es lo mismo...

– Panero definió a Medrano como "el Kafka español".

– Tiene cierto sentido, porque ahí hay un absurdo, me gusta el tratamiento del humor absurdo, que se ve también en esta antología que voy a publicar en La Nueva Crónica, donde recurro al ‘gag’ sin ser ‘gag’.

– ¿Hay mucho humor en sus relatos para este periódico?

– Sí, porque estamos en verano, no he querido hacer una cosa plomiza, aburrida, rodeados de un montón de desgracias. He querido hacer algo divertido pues creo que la depresión y la tristeza es una enfermedad de la burguesía. Hay mucha gente que no tiene nada y está todo el día cantando, es aquello que se dice de ‘¿viste a algún gitano con gripe? pues andan descalzos. Nos quejamos más cuanto más tenemos y esta crisis económica ha sido la crisis de la codicia.
En estos relatos hay humor pues no creo  en lo de ‘salud, dinero y amor’, es necesario añadir y humor
– Unos relatos para hacernos un poco más llevadera la realidad?

– Sí, para cumplir con mi lema de que tres cosas hay en la vida:salud, dinero y amor; no, y una cuarta, humor.
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