Día de las Escritoras... leonesas

Un repaso con fragmentos de la obra de siete autoras de distinta procedencia para celebrar este 16 de octubre y recordar un pequeño porcentaje de los nombres recogidos en estas series

Mercedes G. Rojo
17/10/2023
 Actualizado a 17/10/2023
La autora de ‘De musgo y piedra’, María Paz Martínez Alonso.
La autora de ‘De musgo y piedra’, María Paz Martínez Alonso.

Hay fechas en las que es inevitable lanzar una mirada genérica sobre la presencia de las mujeres en el mundo de la literatura (en este caso de la literatura leonesa) y esta es una de ellas, pues precisamente ayer, 16 de octubre, se conmemoraba en España, por octavo año consecutivo el Día de las Escritoras. Hablo de España porque es este un reconocimiento que surge en nuestro país de la mano de tres instituciones, la Biblioteca Nacional (BNE)  y otras dos claramente femeninas: la FEDEPE (Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias) y la Asociación Clásicas y Modernas, en aras de «reivindicar la labor y el legado literario de las mujeres, tantas veces relegadas a un segundo plano a lo largo de la historia». Hablo de conmemoración y no de celebración, porque este tipo de días son actos «en recuerdo de...» más que para «alabar o aplaudir lo conseguido», aunque justo este año sea más  verdad que nunca que, cada vez más, las mujeres vamos dando pasos adelante en esto de nuestra visibilización dentro de lo que tiene que ver con el campo literario  y eso ya es motivo de celebración, una celebración en la que Marta Sanz, comisaria de este año  para este Día de las Escritoras, ha querido incidir  escogiendo para el mismo el  lema ‘El placer, la alegría y la risa de las mujeres’. La justificación, «celebrar una escritura y una manera de percibir la realidad silenciada durante mucho tiempo, y celebrar (por tanto) esa expresión del gozo, la alegría y la risa que a menudo también es un tabú para mujeres educadas en la abnegación, el comedimiento y el sacrificio», que aún en muchas ocasiones sigue pesando como una losa sobre nosotras. 

Una veintena de escritoras han sido las escogidas por ella para ese ejercicio del reír y el hablar del placer, desde Santa Teresa (no podía ser de otra manera pues en torno al aniversario de su fallecimiento -15 de octubre-, se realiza cada año este día) hasta la más joven de ellas (y por desgracia tan tempranamente desaparecida) Almudena Grandes; veinte voces que en «castellano, catalán, gallego y euskera, nos llegan de una orilla y otra del océano atlántico» para mostrarnos en sus textos «el placer ante el disfrute de la naturaleza, los viajes, la comida, los conocimientos; el placer del erotismo sin culpabilidad, de la lectura y la escritura; la afilada sonrisa de la sátira y el sentido del humor como tabla de salvación en los tiempos más aciagos… Porque la risa y la alegría son transgresoras en sociedades que aún exigen a las mujeres un cierto recogimiento y modestia. Sometimiento y silencio». 

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Alba Flores leyendo su libro de poemas, ‘Autorregalo’. | JUAN LUIS GARCÍA

Y si desde la BNE  y las dos asociaciones antes mencionadas les dedicaron el día a ellas, yo quiero dedicárselo, aunque ya sea «a toro pasado», a todas mis compañeras de letras, leonesas: las que son y las que fueron, porque también ellas nos abrieron camino, y cada vez son más las que vamos descubriendo y reconociendo. De hecho, hace algún tiempo, comentando con alguien lo que ya dura esta sección, me decía  «te estarás quedando ya sin recursos de los que tirar». Pues, miren, no.  Esta sección surgió por mi parte con el empeño  de contribuir a acallar esas voces que repetidamente me insistían en que no había mujeres en determinados campos, algunos de ellos ligados al mundo de las artes. Comencé el proceso, de forma más o menos continuada, con los últimos coletazos de 2016, y hoy, ya casi finalizando el 2023, aquí continúo. Y con intención de que dure, porque la nómina sigue creciendo. De los más de 300 artículos que llevo compartidos en este periódico, la mayoría de ellos protagonizados de una manera u otra por mujeres, más de la mitad llevan nombre propio y de ellos más de 75 son nombres de escritoras, de todos los tiempos, aunque naturalmente priman las que siguen vivas porque a las otras sigue siendo muy difícil seguirles la pista a pesar de que personas como Fulgencio Fernández en su serie ‘Pioneras Leonesas’ (del que ya lleva dos libros recopilatorios publicados) o Ana Villanueva en su ‘Tiempo de mujeres’, o periodistas como Ana Gaitero o Verónica Viñas (seguramente me dejo a alguien en el tintero), hayan realizado series en las que –como los anteriores en sus libros- hayan recogido algunos (muy pocos) de dichos ejemplos. De entre todos ellos, en aras de esa celebración del placer, la alegría y la risa, de esa eliminación de tabúes, he seleccionado una muestra de textos invitándoles una vez más a seguir el rastro de sus correspondientes autoras y sus obras. 

«(...) La niña maragata (...) conoce países feraces, campos alegres, pueblos felices, libros generosos, sociedades cultas y humanitarias. Sabe que al otro lado de la llanura baldía, de la esclavitud y la expatriación, hay un verdadero mundo donde el trabajo redime y ennoblece, donde es arte la belleza y el amor es gloria, la piedad ternura, el dolor enseñanza y la naturaleza madre (...)». De  ‘La esfinge maragata’, de Concha Espina.

«Yo esperaba amanecerte/ porque tú me florecías/ como una primavera/ todo el alma./ Yo esperaba amanecerte,/ florecerte,/ lo esperaba,/ ¡ay, lo esperaba,/ lo esperaba...!».  De ‘Rescatar el olvido’, de Manuela López García (1910-2005).
«Ven amor, entra en mi cama./ Te enseñaré lo que aprendí de los hombres/ que me regalaron/ el olor de la vida entre sus piernas./ Cómo me partí en dos/ cual fruta por dedos hábiles desgarrada,/ cuando dejé de avergonzarme/ por temblar de deseo con solo mirar a los ojos.  (...)». De ‘Las ausencias del palomar’, de Inocencia Montes.

«Volver a escribir./  Dejar de nuevo manar/ una fuente de palabras, un pensamiento, una idea./ Recorrer mi historia y la de otros/ con una suerte de rimas inacabadas,/ con versos sueltos, con borrones/ en el esbozo de una cuartilla/ que antes era blanca (...)». En ‘De musgo y piedra’, de María Paz Martínez Alonso.

«Al principio fue la tentación. Como un chispazo divino sentí el dardo de la atracción carnal y el deseo de abrazar y dejarme abrazar por unos brazos fuertes, unas anchas espaldas y una mirada desvalida y dulce. Un cuerpo atlético al que vestí con las mejores galas del deseo, un Acis para una Galatea». De ‘Baldosas amarillas danzan en el desván del alma’, de Mayela Paramio Vidal.

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La autora del poemario ‘Rescatar el olvido’, Manuela López García. 

«Piso con fuerza la acera y reniego del asfalto./ El asfalto es tu piel,/ la acera, cualquier otro que no corra riesgos/ ni llegue más tarde de las doce al suelo de mi cuarto (...)». De ‘Luciérnagas en el desierto’, de Elvira Martínez Ropero.
«Este poema/ tiene paredes de madera/ y una puerta que va a dar al bosque./ Dentro estamos tú y yo/ cada uno en una habitación/ separados por una conjunción coordinante/ que es un tabique fino./ Yo te llamo/ tú vienes/ te hago sitio en mi cama/ me miras (...)». De ‘Autorregalo’, de Alba Flores.

Estos siete fragmentos nos sirven apenas para recordar a un escaso diez por ciento de los nombres recogidos en estas series, mucho menor si tenemos en cuenta a todas las que aún han de pasar por aquí. Y es que, en León aún nos queda mucho camino por recorrer, y aunque cada vez son más las compañeras que día a día van haciéndose un hueco en esto de la publicación, recorriendo campos muy, muy variados (en lo que va de año puedo recordar títulos infantiles, novelas, poemarios, recopilatorios, libros de relatos, biografías,  biografías noveladas,...), unas con más suerte que otras, se sigue echando en falta un mayor equilibrio a la hora de ser atendidas por la prensa, de llegar al público lector desde los distintos ámbitos que pueden contribuir a su visualización y reconocimiento. Tal vez es que también sea necesario volver la mirada hacia la gestión femenina en el mundo de la cultura, y que dicha gestión, que en muchas ocasiones es la que verdaderamente saca adelante los programas, tenga la misma visibilidad que otras personas que parecen poner solo el nombre o la cara para el escaparate. Y es, desgraciadamente, los tiempos han cambiado mucho y, poniéndonos refraneras, ya no sirve aquello de «el buen paño en el arco solo se vende», del que hacían gala nuestros antepasados, antes bien  aquello que no se nombra parece que no existe.  No tengo la fórmula para cambiar este tema de la visibilidad (aunque tal vez pueda intuirlo), pero lo que sí tengo claro es que mientras no cambien ciertas estructuras de poder, el trabajo de muchas mujeres interesantes seguirá permaneciendo en la sombra y desconocido. Porque, señores lectores, (creo que las señoras lectoras lo tenemos más claro), existir, existimos. Lo importante es que nos permitan mostrarnos y, sobre todo, estar donde se nos pueda ver y, por tanto, darnos la posibilidad de ser leídas y con ello, tal vez, valoradas en su justa medida.  

Mientras tanto, necesitaremos no uno si no muchos Días de las escritoras, de la mujeres rurales, de las mujeres científicas... Yo intentaré seguir poniendo mi granito de arena, aunque créanme que a veces no se me hace nada fácil.
 

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