Nació hace ya varios lustros, aunque no fue hasta un par de años después cuando Death Bringer sumó a su nómina de integrantes la voz de Paloma Gómez Gil. «Fue una idea que tuvo un grupo de amigos apasionados de la música a los que, más o menos, les gustaba el mismo género», cuenta la cantante.
El género al que se refiere, el que cataloga el sonido de la banda de León, es el ‘melodic death metal’. «Melodías de guitarra muy pronunciadas y con cambios que hacen una parte más lírica» se acompañan de una voz que genera «un contraste muy fuerte» para alumbrar los atributos del estilo. «Yo hago las voces en gutural y melódico y de ahí viene un poco el nombre del género», explica Gómez Gil: «Es un poquitín endulzado en ciertas partes, pero también es bastante agresivo y vamos añadiendo cada vez más progresivo porque nos va gustando más a todos». Ese «todos» lo conforma el resto de miembros de Death Bringer: los guitarristas Pedro García Moya y Víctor Domínguez Martínez, el bajista Pablo Santamarta Llamas y la batería de Víctor Villar Carro.
Del proceso de composición de un conjunto compuesto por cinco músicos, confiesa la vocalista que todo comienza con la melodía. «Peter, el guitarrista, suele hacer la base de la canción y, luego, cada uno va aportando», relata: «Yo hago las melodías vocales y las letras, el bajista hace su parte con el bajo y la batería respeta mucho la composición original, pero siempre mete sus matices». A esos procesos individuales se suma una puesta en común final que termina alumbrando las canciones que conforman los repertorios del primer álbum y los siguientes tres EPs firmados por la banda de Gómez Gil.
«Creo que todo el mundo piensa que nuestras letras son satánicas, pero no va mucho por ahí la historia», revela la cantante: «Yo tiro mucho de psicología: las letras hablan mucho de sentimientos, de sensaciones, del día a día y de sus problemas. Suelo contar cosas que nos hayan podido pasar a cualquiera o con las que cualquiera pueda sentirse identificado: la pérdida de alguna persona, la enemistad, la traición...». Sentimientos negativos que, atravesados por el filtro musical, suenan a desahogo.
Desde la publicación de su primer trabajo en el año 2015, las melodías de ese desahogo han ido variando con el tiempo a medida que han ido cambiando los integrantes de Death Bringer. Ahora, con una banda más asentada, Gómez Gil define su sonido como uno «más compacto». «A lo que nos dirigimos y lo que le queremos enseñar a la gente también cobra mucha más fuerza que antes», expresa: «Se nota que hay una evolución y que nuestros últimos trabajos tienen más personalidad. Me gusta mucho algo que nos dicen normalmente y es que, cuando escuchas una canción nuestra, sabes que es nuestra». Es probable que no haya mejor piropo para un creador.
Considera la vocalista que al sonido de su banda «se tiene que hacer un poco el oído». «Al principio, si no lo conoces, igual no lo entiendes mucho; a mí a veces me dicen que no se intuye que la voz sea de una mujer», asegura: «Tenemos normalizado que el metal –ahora ya no tanto– es un mundo de hombres y cuesta un poco ver ese otro lado». Tampoco faltan los prejuicios hacia un género algo castigado por el oyente medio. «A nosotros mismos nos puede pasar que no seamos tan afines a otros géneros y no indaguemos, no preguntemos por qué hablan de esto o por qué cantan de esta manera», opina: «Lo respetamos y no nos metemos ahí, pero creo que son prejuicios y el no conocer lo que hay detrás de estas bandas». Aun así, no faltan canciones más blandas al estilo balada entre los temas escuchados de esta cantante de metal. «En mi casa se ha escuchado de todo: no puedes estar todos los días enfadado y escuchando death metal», ríe.
Con su EP ‘Hanoi’ recién publicado y el videoclip de ‘Broken vowels’ ya disponible en su cuenta de YouTube, Death Bringer enarbola este sábado su sonido en la presentación de su más reciente trabajo discográfico. La cita arrancará en el Babylon a las 21:00 horas y las entradas pueden conseguirse tanto en taquilla como de forma anticipada en Reload, Goji, El Cafetín y el propio Babylon.