Cuarenta años de ‘Luna de lobos’

La primera novela de Julio Llamazares cumple cuatro décadas formando ya parte de la historia de la literatura española

Bruno Marcos
27/06/2025
 Actualizado a 27/06/2025
La primera edición de 'Luna de lobos' (1985), la edición de 1988 y la de 2001.
La primera edición de 'Luna de lobos' (1985), la edición de 1988 y la de 2001.

«Abro los ojos y no veo nada. O mejor: una penumbra aún más negra y más espesa que la penumbra física del sueño. Muevo los brazos y las piernas y una opresión cercana los detiene. Como si hubiera muerto y un féretro de tierra enmarcara las dimensiones invisibles de mi cuerpo. Pero no. Yo sé que no es verdad. Yo sé que esta ilusión no es más que el último palpito del sueño. Pese a la oscuridad, pese a la opresión cercana y asfixiante de la tierra, yo sé que aún sigo vivo, enteramente vivo, tan vivo al menos como cuando aún vagaba como el viento entre la nieve. Aunque, desde hace un mes, no pueda ya mirar la luz ni escuchar los lenguajes azules del invierno. Aunque, desde hace un mes, tumbado como un topo en esta fosa subterránea que Pedro y yo excavamos en la corte de las cabras, entre la cuadra y la panera, esté mucho más cerca del mundo de los muertos».

Así empieza una de las páginas más perfectas de la literatura española de las últimas décadas. Julio Llamazares tuvo la oportunidad, en los años ochenta, de penetrar en la historia de la literatura española con un libro que debería haber sido escrito cuarenta años antes: el duro relato del maquis en las montañas de León que había quedado en suspenso durante la dictadura franquista, pero prendido en la memoria de las gentes. La resistencia de unos pocos hombres, desde mediados de la guerra civil, fue impregnando el imaginario colectivo de los habitantes de las zonas y construyendo una auténtica leyenda popular. Llamazares quiso llevar el relato oral a negro sobre blanco siendo él aún un poeta que empezaba a novelar con apenas treinta años de edad. El resultado es un gran ejercicio estilístico, pleno de lirismo, en el que la naturaleza es mucho más que el fondo de la narración, más bien la naturaleza es el personaje fundamental al que los hombres, arrojados por la guerra, han de enfrentarse enlobándose para sobrevivir. 

En ‘Luna de lobos’, los protagonistas sufren un confinamiento distinto al de los que están en las cárceles, los del maquis están presos fuera, lejos de los pueblos y las ciudades, su castigo es vivir como los animales del monte, como los lobos, abocados a ir perdiendo los rasgos de humanidad. Así, muchos de los pasajes de este libro son de contemplación y, en gran medida, de sentido existencial.

Al final del libro encontramos los párrafos más intensos que resumen la experiencia de ese cautiverio en medio de la naturaleza de las montañas, cuando el protagonista sale del cubículo excavado en el suelo de una cuadra en el que permanece escondido durante los días sólo pudiendo salir de noche: «Lo que un hombre solo, completamente solo, amargamente solo, es capaz de pedir y desear a lo largo de una noche ni siquiera Dios mismo podrá nunca saberlo. Un corazón solo, en medio de la noche, es siempre una tormenta».

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