Cuando el ballet no necesita más dramas

‘Coppélia’ se emite en directo desde la Royal Opera House en los cines Van Gogh

Javier Heras
10/12/2019
 Actualizado a 10/12/2019
Un momento del ballet ‘Coppélia’ que este martes se exhibe en los cines Van Gogh. | BILL COOPER
Un momento del ballet ‘Coppélia’ que este martes se exhibe en los cines Van Gogh. | BILL COOPER
Un científico, el Dr. Coppélius, logra dotar de vida a una androide de tamaño humano; tan realista, y tan femenina, que incluso llega a enamorar a un joven. Sí, la historia nos suena: se trata de un cuento de E.T.A. Hoffmann, el macabro ‘El hombre de arena’ (1816), que inspiró un acto de la ópera ‘Los cuentos de Hoffmann’, de Jacques Offenbach, y también el ballet ‘Coppélia’, pieza fundamental de la tradición franco-rusa.

El relato original –oscuro, psicológico, casi surrealista– fue adaptado por el escritor Charles Nuitter y el coreógrafo Arthur Saint-Léon, que optaron por un enfoque ligero y festivo. ‘Coppélia’ se estrenó con gran éxito en París en 1870, y se convirtió en una de las pocas comedias de todo el repertorio. Frente a la densidad trágica de ‘Giselle’, ‘La bayadera’ o ‘Mayerling’, aquí todo mueve a la sonrisa, desde su premisa (¿qué pinta un laboratorio de robótica en un pueblo de campesinos?) hasta sus protagonistas, dos jóvenes llenos de energía y curiosidad. No en vano, la Royal Opera House ha elegido este título para su temporada navideña de 2019, un período que suele estar monopolizado por el ‘Cascanueces’. En Cines Van Gogh se retransmitirá en directo este martes a las 20:15 horas.

La versión que se verá en Covent Garden lleva la firma de la fundadora de la compañía londinense, Ninette de Valois. La maestra ya había bailado el fascinante papel de Swanilda décadas atrás, y respetó el esquema de la coreografía de Marius Petipa y Lev Ivanov para San Petersburgo (1894), con variaciones muy técnicas que exigen lo máximo a los solistas. De Valois no añadió nuevos números, sino que pulió el conjunto con detalles que humanizan a los personajes. También incorporó los espectaculares decorados de Osbert Lancaster, reconocido dibujante de tiras cómicas y colaborador de John Cranko o Frederick Ashton.

El Royal Ballet llevaba 14 años sin representar ‘Coppélia’. La ocasión merece a un elenco de lujo, con dos de sus mayores estrellas. El ruso Vadim Muntagirov (1990) ha alzado el premio Benois de la Danse recientemente. La argentina Marianela Núñez (1982) es una leyenda de la compañía, en la que acaba de cumplir su vigésimo aniversario.

Galardonada por la Crítica en 2005 y 2012 y premio Olivier en 2013, la bonaerense despunta en el rol por su «sonrisa natural y luminosa, su técnica, elegancia y sensibilidad», según la crítica de The Guardian, Judith Mackrell. El veterano Gary Avis convence como Coppélius, con humor y pantomima pero pinceladas de soledad.

Si el público adora esta obra se debe, también, a su partitura, del romántico francés Léo Delibes (1836-1891). Antepasado del novelista vallisoletano Miguel Delibes, se ganó la vida como organista en París, director de coro en la Grand Opéra y profesor del Conservatorio. Fue alumno de Adolphe Adam, el autor de ‘Giselle’, y pasó a la posteridad por su ópera ‘Lakmé’ (1883), que contiene el archiconocido ‘Dúo de las flores’. Pero antes, con apenas 32 años, había elaborado este ballet. Dado que la acción se sitúa en Galitzia (región fronteriza entre Polonia y Ucrania), el compositor y el coreógrafo pudieron incluir danzas folclóricas: mazurcas, czardas, valses, boleros sinuosos y hasta una giga (o gigue), género barroco en compás ternario surgido en Inglaterra. Por su variedad, color, riqueza de melodías, sensibilidad y alma, no pocos especialistas equiparan ‘Coppélia’ a las obras maestras de Chaikovski. El ‘pas de deux’ del segundo acto entre el Doctor y Swanilda –que se hace pasar por la androide– es uno de los duetos esenciales de la Historia de la danza.
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