«Con lágrimas en los ojos quiero hablaros del Valle de Lechada»

Es fácil imaginar el dolor de un fotógrafo de naturaleza que trabaja en Picos de Europa... pero Jorge ha querido estar para contarnos lo que estamos perdiendo

Jorge Escanciano
18/08/2025
 Actualizado a 18/08/2025
Hembra de roquero rojo con el Valle de Lechada al fondo;tal vez ese valle tardaremos muchos años en verlo como luce en esta fotografía. | JORGE ESCANCIANO
Hembra de roquero rojo con el Valle de Lechada al fondo;tal vez ese valle tardaremos muchos años en verlo como luce en esta fotografía. | JORGE ESCANCIANO

La publicación de esta semana conlleva, de manera irremediable, un tono diferente. Los incendios forestales están arrasando con todo a su paso, un patrimonio natural que tardará decenas de años en recuperarse, si es que lo hace. No puedo contener las lágrimas mientras escribo puesto que nos acaba de llegar la noticia de que continúan los desalojos de pueblos en la zona por la amenaza del fuego. Pero no vengo a hablar de los incendios, ni de la gestión de los mismos, de eso se ya se encargarán otros poblaciones.

Quiero hablar del Valle de Lechada, que ha sido pasto de las llamas, y de algunos de los animales que allí habitaban. El Valle es un paraíso esculpido por los glaciares durante miles de años logrando formaciones únicas como el Boquerón de Bovias, collado que lo separa del vecino Valle del Naranco y a través del cual se extendía una lengua glaciar del primer valle al segundo.

Desde la entrada del valle hasta la cabecera del Arroyo de Lechada, a los pies del imponente Pico Tres Provincias, éste presenta un ecosistema único, siendo la zona de alta montaña y de roca no caliza más elevada de toda la Cordillera Cantábrica.

De gran valor tanto para geólogos como para biólogos resulta un corredor biológico fundamental para la conservación del Oso Pardo, y alberga algunas especies de aves tan únicas y especiales como las que os presento a continuación.

Los primeros de los que os voy a hablar son los ruiseñores pechiazules, un ave de pequeño tamaño y de espectacular celo. Los machos entonan una preciosa melodía mientras exhiben sus colores en lo alto de un piorno o de una retama florida. Las oportunidades fotográficas son casi infinitas y el disfrute de este espectáculo es máximo.

Los roqueros rojos también habitan estas alturas, en este caso en menor número, puesto que son muy territoriales. De tamaño mediano, casi como el de un mirlo, el macho luce un plumaje espectacular en época de cría, mientras que la hembra es de tonos apagados pero elegante. Se le llama roquero por su tendencia a habitar roquedos, habitualmente en zonas escarpadas, realizando casi siempre cortos vuelos de roca en roca. Son aves migratorias que realizan el largo camino desde África cada verano para criar en España y a las que el aumento de las temperaturas está empujando cada vez más hacia el Norte.

Y por último os presento a la collalba gris, otra ave migratoria transahariana que viene a criar a nuestras tierras. Como el roquero necesita zonas abiertas llenas de insectos y roquedos para criar, en la Península podemos encontrarla en zonas de alta montaña, principalmente del Norte.

Son tan solo tres ejemplos de lo que probablemente hayamos perdido, aún siendo aves típicas de roquedos y zonas de matorral bajo el Valle tardará unos años en recuperarse y solo el tiempo dirá si lo hace. Por suerte para ellas su temporada de cría ya ha terminado y cuando el fuego llegó no había nidadas, pudiendo entonces, con un poco de suerte, haber huído volando.

Me ha costado mucho escribir esta semana, las palabras no salen como debieran y a la cabeza le cuesta pensar con claridad, el humo y la ceniza cargan el ambiente y agarrotan el corazón, ojalá termine pronto.

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