
Los monjes de los monasterios de San Pedro y San Miguel de Escalada no se podían escapar a pecar a la Abadía de Eslonza, un trayecto que podrían haber completado a pie para abrir el apetito y echarse en brazos del pecado saciando la gula con albóndigas de pollo de corral con langostinos, carrillera ibérica guisada con Prieto Picudo o el tradicional bacalao al ajo arriero. Los religiosos más remilgados podrían darse a la buena vida sin olvidar el templo con la Ensalada Mozárabe, a base de frutos secos, cecina y paté de caza. Y si hubieran probado la tarta de queso casera no hubieran vuelto al cenobio, palabra.

Pero no podían los monjes disfrutar del nuevo restaurante de la comarca porque no estaba abierto. Faltaban al menos dos siglos para que leoneses y forasteros pudieran completar la visita a los monumentos religiosos con un banquete en
Mellanzos digno del más poderoso abad, pero con precios populares. Cocina aderezada de forma exclusiva con aceite de oliva virgen extra La Chinata de Plasencia (Cáceres) para una carta tradicional elevada los fogones de este siglo que predica Ensaladas, De Pueblo (cecina, huevos, morcilla…), Entrantes (queso de cabra frito, croquetas, lacón…) y Platos Principales (entrecot, escalopines…) y sume al comensal en complicadas decisiones, aunque es posible disfrutar de varios platos con medias raciones. En la bodega destacan los Prietos Picudo, acompañados de vinos del Bierzo, Ribera del Duero, Rioja y blancos de Verdejo.

El
menú del día ofrece tres primeros (croquetas, arroz con bacalao o guisantes con jamón, por ejemplo) y tres segundos (escalopines al queso de Valdeón, rabo de ternera guisado o huevos rotos), postre y café. También hay menú infantil para los niños.
La Abadía de Eslonza cuenta con un
ambiente familiar en un comedor repleto de detalles rústicos, que incluye incluso
‘vistas’ a los Picos de Europa, aunque sea echándole imaginación a través de la restaurada ventana de las escuelas de Villafrea de la Reina. Del servicio se encargan auténticos guías espirituales que llevan la paz a la mesa, la barra o la terraza.