Colchones que dibujaban el cuerpo del que dormía

El mercado de la lana sólo era un paso más, y no el último, de un largo proceso que comenzaba en el esquileo de las ovejas, llevaba al vareo de la lana y seguía su camino hacía prendas o colchones, aquellos en los que se dibujaba el perfil del cuerpo de quien en ellos dormía, para combatir el frío

Fulgencio Fernández
05/12/2022
 Actualizado a 05/12/2022
Si hay trato... saco de lana a la romana y a cerrar la venta. | FERNANDO RUBIO
Si hay trato... saco de lana a la romana y a cerrar la venta. | FERNANDO RUBIO
Han pasado 50 años, más o menos. Cada semana lo recordamos cuando Fernando Rubio viaja a los misterios de su archivopero hay veces que la mirada se pierde en una lejanía que va más allá de medio siglo. Este mismo lunes ocurre, con el mercado de la lana en esta ocasión. "La primera reflexión que me produce es que al verlas nuevamente, 50 años después, he comprendido que marcaban el final de una época. Son las imágenes del paso del hilado manual al mecánico, del trabajo artesanal al industrial,la desaparición del huso y de la rueca, de aquellos telares, para ir a una gran superficie y comprar".

Y es que estas fotografías que hoy recupera son del mercado de la lana del año 1972, entonces si intuía una crisis pero el tiempo demostró, recuerda Rubio, que "este mercado de la lana aceleró su declive en aquel año 1972. Junto con los trillos de Cantalejo, los escobones y las horcas hechas de madera,la Plaza Mayor se llenaba de fardos con la lana de las ovejas recién esquiladas. Lana en bruto, blanca y negra" que hoy contemplamos ya como escenas de tiempos pasados , a bien seguro, no parece que vayan a volver.
Aquel mercado de la lana era una de las etapas de diferentes procesos que han ido en franca decadencia.

En el origen estaba el esquileo. "Muchas horas inclinados en una postura incómoda, sosteniendo la res que se esquilaba y manipulando las tijeras con una sola mano. Los esquiladores, acabada de esquilar una res, dejaban el vellón en manos del recibidor, que era el encargado de doblarlo, quien se lo entregaba a los velloneros, que eran quienes controlaban cada vellón, pasándolo después a los apiladores, encargados de situarlo en el almacén. Los barrenderos eran los encargados de recoger las vedijas de lana que se desprendían del vellón al manipularlos". Este es el resumen del laborioso proceso que Rubiorecogió de un reportaje en tierras burgalesas pero exactamente igual a como se hacía en las leonesas.

Tal vez lo trabajoso del proceso, seguramente los ridículos precios que alcanzó la lana, la desaparición de aquellos colchones de lana —hijos del proceso de varear y dejar bien esponjosa la lana— sustituidos por las modas comerciales, que se dejaron de hacer calcetines y otras prendas 'de pura lana' para ir a la tienda y llevarse unos pares de fibra o similares... llevaron el sector de la lana a una profunda crisis y hasta era muy complicado encontrar quién supiera esquilar, dejando esta faena en manos de grupos de esquiladores llegados de Uruguay, Chile y otras tierras que iban de explotación en explotación. Ya pocos ganaderos esquilan, una de las que sí lo hace es Arancha, en Llamas de la Ribera, lo explica con claridad: "Yo aprendí a esquilar porque no encontraba quien lo hiciera, estábamos a expensas de cuadrillas que venían de no sé dónde y te costaban un dineral".

Los vellones de mejor lana se reservaban para trabajarla artesanalmente. "Una vez lavada, se cardaba y las hacendosas amas de casa, con la rueca y el huso, lo hilaban y después lo devanaban haciendo madejas y ovillos para posteriormente tejerlo para confeccionar prendas de vestir, jerseys, bufandas, calcetines o escarpines, chalecos".

Pero no encontraban mercado. Todo el mundo recuerda las furgonetas que recorrieron nuestros pueblos y cambiaban "el viejo colchón de lana" por uno mucho más moderno, viscoelástico y no sé cuántas cosas más. Y como ocurriera con las mesas de madera con la llegada de la formica o las viejas cocinas económicas con la irrupción de las cocinas de butano... "estábamos ante el final de una era, ya nadie se acurrucaba contra el frío en el acogedor colchón de lana, dibujando el perfil de su figura a base de no moverse en toda la noche de la postura inicial", como apuntaba Fernando Rubio al inicio.

Curiosamente hay una ventana de esperanza para la lana, para ovejas ‘especiales’ con lana apropiada para el mercado que llegan desde Australia —sus embriones congelados— a ganaderías como la de Miro el de Tejerina que comenta: "Hace dos siglos los españoles les vendimos esa misma raza que ahora les tenemos que volver a comprar". Tal vez sea una metáfora.
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