Cien años del Parque: donde en vez de Yogui vive Gregorio

El 18 de julio de 1918 se creó el Parque de la Montaña de Covadonga (hoy Parque Nacional) gracias al empeño de Pedro Pidal tras enamorarse del estadounidense de Yelostowne

Fulgencio Fernández
01/05/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa de Asturias, de vuelta de Estados Unidos, donde inventaron los parques nacionales y donde funcionaba con éxito desde 1872 el Parque de Yelostowne, pone su empeño en la creación de un Parque Nacional y lo consigue en 1918 con la Creación del Parque de la Montaña de Covadonga, que sería más tarde de los Picos de Europa». Son palabras de Julián de Zulueta, presidente de la Institución Libre de Enseñanza, en el prólogo de un libro publicado en el año 2006 con el título de ‘Marqueses, funcionarios, políticos y pastores’, en el que sus autores —Jaime Izquierdo y Gonzalo Barrena— analizan de modo exhaustivo lo que llaman «Crónica de un siglo de desencuentros entre naturaleza y cultura en Picos de Europa».Las siguientes palabras de Zulueta vienen a completar la imagen de cómo nació hace un siglo el primer Parque Nacional de España. «Lo consiguió —Pedro Pidal— a pesar de la resistencia local, de los que temían ver mermadas sus actividades pastoriles; y si lo pudo hacer debió ser en gran parte gracias a su amistad con el Rey Alfonso XIII».

Importamos un modelo de Estados Unidos con Yogui dentro, pero aquí vivía El Cainejo Ahí queda ya planteado  uno de los problemas fundamentales que ha tenido el hoy Parque Nacional desde su creación, que se trata del único que tiene pueblos ‘dentro’, es decir, habitantes, humanos... lo que le deja huérfano a la hora de legislar «para todos». Y a ello se suma otro aspecto que apuntan Izquierdo y Barrena: «El marqués conoció aquel parque en su viaje a Estados Unidos y quedó impresionado, lo quiso importar tal cual, caso con Yogui dentro, y además de no reparar en que aquí había habitantes, León, Cantabria o Asturias tampoco son Estados Unidos. Todo ello ha acarreado ese largo desencuentro del que hablamos en nuestro libro, es decir, que cuando llegaron con Yogui aquí quien realmente vivía era Gregorio, por decir un nombre, que por otra parte era el del recordado Cainejo».

A estos aspectos añadían otro. «Combatir la sordera que la cultura académica y oficial han mostrado siempre con los conocimientos que no están por escrito, una milenaria cultura que se asienta muchas veces en la tradición oral, que se rige por concejos, que tiene instituciones propias muy valiosas y democráticas».

Consideran al oso o al urogallo como un valor real, que lo es, pero no la cultura de las gentes, sus modos de vidaHan pasado más de diez años desde el libro y creen sus autores que la situación sigue igual. Gonzalo Barrena, descendiente de la comarca leonesa de Gordón, se plantea una pregunta inicial muy significativa: «¿Realmente tenemos algo que celebrar? Yo, sinceramente, creo que poco, que más bien debería ser el Centenario el punto de partida para nuevos tiempos y nuevas formas».

Y en esa ‘nueva visión’ que propone cree este profesor de Filosofía y vecino del Parque que se debería erradicar el error de base del problema: «No se puede no contemplar a los pueblos y a los seres humanos que los habitan a la hora de organizar el Parque Nacional, de legislar sobre él ¿Alguien cree que no está presente la mano del ser humano en cualquier lugar? Es un error de ecologismo torpe obviarlo y en el Parque se ha hecho».

¿Cómo es posible que las Comunidades Ganaderas no formen parte del Patronato del Parque Nacional? Creen Izquierdo y Barrena que este centenario conflicto —desde su creación el 22 de julio de 1918— aún sigue sin resolver y pone Barrena un ejemplo que le parece muy significativo de eso que llama ecologismo torpe. «La vertiente leonesa del Parque Nacional tiene una institución de un valor impagable, el Real Concejo de Valdeón, sus juntas vecinales, que, sin embargo, recibe un trato casi vejatorio. Parece una evidencia incuestionable que hay un patrimonio que defender por encima de todo, el oso y el urogallo, por ejemplo, pero no se dice nada del Real Concejo ¿Cómo es posible que las Comunidades de Ganaderos no estén incluidas en el Patronato, en qué cabeza cabe? Iría más allá: ¿Alguien combate la pérdida del patrimonio genético de la ganadería autóctona?». Y añade Barrena: «Yo iría más allá, plantearía unos objetivos de máximos, que sería devolver la tierra a sus legítimos dueños, que son las comunidades locales. Esto no quiere decir que puedan hacer lo que les de la gana, por supuesto que no, ellas también están sometidas al imperio de la Ley».

- ¿Y el Parque Nacional?
- Seamos claros, el Parque Nacional es legar, por supuesto, pero ahora mismo es un okupa.

Y cierran el análisis de la situación del centenario Parque Nacional abordandootro aspecto que ven necesario corregir: «El desequilibrio demográfico; cómo conviven la afluencia masiva a lugares como la Ruta del Cares con el olvido más absoluto de las comunidades más recónditas, con parajes que se están convirtiendo en verdaderas selvas de ortigas frente a otras en las que no puede crecer nada porque están pisoteadas».
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