CARTELERA EN LEÓN | 'Media hora (y un epílogo)'. 85 minutos que terminan resultando excesivos

No le falta mérito ni ambición a esta manera de contar una historia sobrada de tiempo

Joaquín Revuelta
12/05/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Ha pasado mucho tiempo desde que mi amigo Epigmenio Rodríguez me dejara leer el primer borrador del guión de ‘Media hora (y un epílogo)’, su primer largometraje que ha tardado más de dos años en ver la luz del proyector. Básicamente la idea de la historia que quería contar y la manera tan singular de hacerlo están en los 85 minutos de metraje de este drama con ribetes de thriller que juega con el tiempo y con los puntos de vista a la manera que hizo Stanley Kubrick en ‘Atraco perfecto’, un director al que Epi también ha querido rendir su particular homenaje con esa banda de pandilleros que apalea a un vagabundo y cuyo líder (un siniestro Javier Bermejo) se hace llamar Álex. No le falta mérito ni ambición a esta manera de contar una historia que desde la primera lectura del guión me pareció simplemente anecdótica y que revela su verdadero ingenio en ese epílogo que de forma inteligente el director de Taranilla deja sin resolver, aunque todos intuimos por dónde van a ir los tiros. El problema –a mi juicio– de ‘Media hora (y un epílogo)’ reside en el tiempo invertido para contar algo que podría haber quedado mejor argumentado en poco más de una hora, porque Rodríguez abusa, sobre todo en la primera mitad de la película, de planos interminables (algunos del mendigo se me hacen insufribles) que aportan más bien escasa información, sin que algunas tramas queden claras y otras que hubieran necesitado de una mayor carga de tensión para justificar el dilema moral al que se enfrenta uno de los personajes y que representa sin duda el mejor hallazgo de esta película.



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