CARTELERA EN LEÓN | 'Maudie, el color de la vida'. El amor hace extraños compañeros de cama

La actriz Sally Hawkins sale airosa de su papel de mujer afectada por una minusvalía física

Joaquín Revuelta
24/06/2017
 Actualizado a 18/09/2019
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La honestidad tal vez sea la principal virtud de este melodrama sobre la difícil relación de convivencia entre dos polos opuestos, la alegre y optimista artista canadiense Maud Dowley, a pesar de la artritis reumatoide que sufría desde muy joven y que en cierto modo marcó el resto de su existencia, y el solitario y hosco pescador local Everett Lewis, que terminó aceptando el amor incondicional de su «esclava sentimental», no sin antes maltratarla física y psicológicamente en una relación que resulta difícil de entender si no se tienen en cuenta las condiciones familiares y sociales en las que se desarrolló la infancia y primera juventud de esta artista autodidacta y representante del arte naif, cuyos cuadros llegaron a traspasar la frontera de su inhóspito ámbito local. Sin duda, una propuesta como ‘Maudie, el color de la vida’ se sostiene en el grado de empatía que el espectador manifiesta hacia el trabajo de los actores y muy en especial en el caso que nos ocupa de la actriz que tiene que lidiar con el siempre comprometido personaje afectado por algún tipo de minusvalía física o psíquica, pudiendo decirse que la británica Sally Hawkins se mete al público en el bolsillo por la franqueza, revestida de candidez y perseverancia, con que afronta a esta mujer que sufrió en silencio pérdidas y abandonos, y que encontró en la pintura su propio mecanismo de defensa contra las frecuentes agresiones de su entorno.

 
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