
CARTELERA EN LEÓN | 'Blade Runner 2049'. Le sobra pretensiones y le falta capacidad de síntesis
La secuela de Denis Villeneuve no llega a la catástrofe de ‘2010’ pero resulta igual de prescindible
07/10/2017
Actualizado a
12/09/2019

De ‘Blade Runner 2049’ me quedó con los ecos que remiten al modelo que le sirve de base, la mítica cinta de Ridley Scott a la que esta tardía secuela es incapaz de hacerle sombra. Ecos que aprecio en sus compases iniciales con ese primerísimo plano de un ojo sobre el que esta vez no se ve reflejado el caos, pero sobre todo en las notas musicales que rinden tributo a la legendaria banda sonora de Vangelis, a la que el otrora más inspirado Hans Zimmer (‘Interstellar’) vuelve a recurrir en los compases finales para ilustrar una muerte menos poética que la del replicante que encarnara Rutger Hauer en la cinta primitiva. Porque viendo la tardía secuela de Denis Villeneuve soy todavía más consciente de la enorme importancia de la composición del músico griego que otorgaba una dimensión emocional a las bellas e impactantes imágenes de Jordan Cronenweth, algo que Zimmer no consigue con relación a la estética más convencional que imprime el operador Roger Deakins a toda la película, con un uso y abuso del holograma que sin embargo propicia la que a mi juicio es la mejor secuencia de la película, que no es la reaparición virtual de Rachel (Sean Young) sino la escena de amor a tres bandas entre Ryan Gosling, Ana de Armas y MacKenzie Davis, lo que es muy poco para un ejercicio que comparativamente se asemeja más a los largos y tediosos ‘spaguetti western’ de Sergio Leone con relación a los clásicos del género a los que el italiano también trataba de rendir tributo.


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