La ‘Carmen’ de Garanča pone en pie Verona

El festival al aire libre más famoso del mundo se rinde al talento de la mezzo soprano letona, en la piel de la heroína de Bizet. Este jueves Cines Van Gogh exhibe esta producción de Zeffirelli

Javier Heras
14/12/2023
 Actualizado a 14/12/2023
La mezzo soprano letona Elina Garanca brilla con luz propia en este montaje de ‘Carmen’ de Bizet. | ENNEVI
La mezzo soprano letona Elina Garanca brilla con luz propia en este montaje de ‘Carmen’ de Bizet. | ENNEVI

Cuando Elina Garanča protagonizó la obra maestra de Bizet en el Metropolitan en 2009, el New York Times la calificó de «la mejor Carmen de los últimos 25 años». Su naturalidad, su perfección técnica, bello timbre, elegancia, proyección segura, legato, aparente ausencia de esfuerzo, inteligencia en el uso de los recursos y cuidado de los matices la han aupado al Olimpo de las mezzosopranos. Otra de sus virtudes es la convicción como actriz: hija de un director de coro y una cantante de lieder, soñaba con ser estrella de cine. Desde su irrupción en el concurso de Cardiff en 2003 (donde recibió elogios de la legendaria Joan Sutherland), la letona (Riga, 1976) ha conquistado Salzburgo, Viena o Nueva York con un repertorio cada vez más variado, de Mozart y el bel canto a Berlioz y Wagner. La cigarrera sevillana imaginada por Prosper Mérimée se ha convertido en su papel predilecto; quizá también por su amor a España, país en el que reside.

Después de brillar en Nueva York, Londres o Múnich, en verano de 2022 Garanča pisaba por primera vez el inmenso escenario de la Arena de Verona. El anfiteatro romano, de 2.000 años de antigüedad, es uno de los monumentos emblemáticos de Italia. Desde principios del siglo XX acoge el festival más famoso del mundo al aire libre, con capacidad para casi 14.000 espectadores. Su 99 edición se inauguraba con ‘Carmen’, el segundo título más representado de toda su Historia (solo superado por Aida). Cines Van Gogh la proyecta, grabada, este jueves 14 de diciembre.

La ocasión servía a los organizadores para rendir homenaje a Franco Zeffirelli (1923-2019), después de la cancelación de 2020 y de las restricciones de 2021. El mítico director de escena florentino colaboró durante 25 años con el certamen. Sus montajes sumaron nada menos que 405 representaciones desde que en 1995 debutara con, precisamente, la obra de Bizet. Una propuesta clásica, monumental, tan apabullante en su despliegue técnico (cientos de extras, domadores de caballos, grúas, 20 cambios de vestuario) que originalmente requería casi una hora de pausa entre un acto y otro. La tecnología actual permite agilizar las transiciones y reducirlo a un solo descanso. El festival también recuperaba sus producciones de ‘Aida’, ‘La Traviata’ y ‘Turandot’, todas ellas espectaculares. En el foso, el nuevo responsable musical de Verona, el genovés Marco Armiliato (1967), especialista en el melodrama italiano. 

La ópera francesa más querida se basa en la novela costumbrista del trotamundos Mérimée, publicada por entregas en 1845 en la revista ‘Revue des Deux Mondes’ a partir de sus impresiones de un viaje por España. Ambientada en Sevilla, podría representarse sin música, como una obra teatral, gracias a su sentido del ritmo, su ironía, costumbrismo y afilados diálogos. Treinta años después, vería la luz su adaptación musical en la Ópera Cómica de París. Supuso el canto de cisne de Bizet (1838-1875), que ni siquiera llegó al estreno: murió poco antes, a los 37 años, de una angina de pecho. En esta partitura desplegó su genialidad: grandes momentos corales, bailes, números cerrados que van de lo humorístico a lo trágico, diálogos que encajan con naturalidad, una instrumentación refinada, una atmósfera de sabor andaluz… Elaboró un verdadero festival de melodías que nos sabemos de memoria (el coro ‘Toreador’, la imborrable ‘Habanera’, la ‘Seguidilla’ y otras danzas…) y a una protagonista única: la sensual gitana con la que se obsesiona Don José, un soldado conservador.

Aun así, ‘Carmen’ se estrelló en su primera noche: a los asistentes les desconcertó la «inmoralidad» de la trama. Poco a poco, fue conquistando toda Europa, gracias a su música imperecedera, de entusiasmo contagioso, y al realismo de su argumento. Los libretistas Halévy y Meilhac potenciaron el dramatismo al inventar a Micaela –contrapeso de Carmen– y al incorporar la plaza de toros como escenario. También suavizaron a la protagonista, que ya no es una ladrona ni una bruja. Así, la convirtieron en arquetipo de la libertad femenina, como Don Giovanni de la masculina. Si ella siempre se muestra consecuente con sus códigos, en cambio resulta más complejo y matizado el personaje de José, hombre honorable que se obsesiona con ella hasta perder la cabeza. De hecho, el argumento trata de su desintegración moral, de su ansia por dominar lo imposible.

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