Carlos Núñez: "Todo el interior del país es mágico, hay tradición"

El gaitero gallego regresa un mes después de la presentación del libro ‘La hermandad de los celtas’ en El Corte Inglés para materializar el contenido de la publicación en un espectáculo musical que tendrá como marco el Auditorio de León

Joaquín Revuelta
14/12/2018
 Actualizado a 15/09/2019
El gaitero gallego el pasado 19 de noviembre en la sala de ámbito cultural de El Corte Inglés de León. | MAURICIO PEÑA
El gaitero gallego el pasado 19 de noviembre en la sala de ámbito cultural de El Corte Inglés de León. | MAURICIO PEÑA
Carlos Núñez regresa este viernes a uno de sus escenarios más queridos, el Auditorio Ciudad de León, con el espectáculo que da título a su primera publicación, ‘La hermandad de los celtas’ (Espasa), que el pasado 19 de noviembre tuvo ocasión de presentar en la sala de ámbito cultural de El Corte Inglés de León. En el libro el gaitero gallego más internacional nos cuenta su visión de lo celta «como una utopía milenaria que, desde hace siglos, ha creado un imaginario universal que hoy sigue siendo una inagotable fuente de inspiración artística». Preguntado cómo se materializa en un espectáculo de luz y sonido, que dará comienzo a las 21:00 horas con entradas a 22 euros la platea y 19 euros el anfiteatro, todo lo que ha intentado explicar por escrito, Núñez señala que «vamos a poner en práctica todas las novedades, todos los descubrimientos que se han ido realizando desde estos últimos años». Núñez se declara «muy sorprendido de todo lo que hemos aprendido del mundo de los celtas, pero, como es lógico, todavía me sorprende más el que hayamos aprendido más aún de la música celta. Hoy sí que podemos estar hablando de que la música celta es un largo proceso que lleva miles de años actualizándose de continuo, y en este sentido para el concierto en León vamos a tener unos invitados muy especiales que nos van a ayudar a realizar este auténtico viaje por la música celta», señala. El gaitero gallego cita en primer término a una joven artista que viene desde Dublín, tiene 22 años y responde al nombre de Ciara Taaffe. «Con ella, que va a utilizar todo tipo de arpas, vamos a explorar las músicas de los bardos celtas que se han descubierto recientemente en los manuscritos y que fueron transcritas por ellos mismos a finales de la Edad Media con un sistema binario de ceros y unos que representaba unos patrones rítmicos de tensión, no tensión, que se ha dado en llamar ‘double tonic’, un sistema muy antiguo pero al mismo tiempo con muchas posibilidades porque da lugar a múltiples lecturas posibles de cómo producir esas tensiones», destaca Carlos Núñez, que considera que hoy podemos estar hablando de que conocemos ya bastante de las músicas de los celtas que podían estar en activo hace dos mil años, que siguieron estándolo en la Edad Media y que permanecen en nuestras músicas tradicionales y en músicas como el rock americano y el pop británico. «Esto es algo que a la gente le sorprende mucho y se pregunta cómo es posible que sistemas musicales de la época de los bardos, con las liras y con las arpas de hace dos mil años, puedan hoy seguir activas en el rock y en el pop actuales».

Para el músico gallego la explicación a este fenómeno reside en el viaje de ida y vuelta que estas músicas, con su fuerte componente céltico, llevaron a cabo con la emigración de los ingleses a Norteamérica en el siglo XVI y su regreso en los años sesenta ya transformadas en rock and roll, blues y otras músicas americanas en un momento en que Gran Bretaña había desconectado de sus tradiciones. «Lo fascinante es que de pronto les llega este regalito de Estados Unidos y recuperan sus esencias célticas, si bien fusionadas con el swing y otros ritmos», destaca el artista, que adelanta que en el concierto de este viernes en el Auditorio incluirán algún tema de rock, como el que grabó con tan solo 23 años la primera vez que viajó a Estados Unidos acompañando a The Chieftains. «Me vi de pronto en el Carnegie Hall tocando con The Who. Con Roger Daltrey, Pete Townsend y compañía grabamos la canción ‘Baba O’Riley’, que The Chieftains sentían como irlandesa. Para ellos entonces tan solo era una intuición, pero hoy sí sabemos por qué la sentían como irlandesa, y es que son puros ceros y unos. Es pura teoría musical céltica antigua que se coló en el rock», señala.

Otro de los artistas que acompañan a Carlos Núñez en la gira ‘La hermandad de los celtas’ es el violinista y bailarín de The Chieftains, Jon Pilatzke, del que el gaitero gallego asegura que «ama profundamente el Auditorio Ciudad de León después de comprobar en una anterior visita cómo el público vivía el concierto como una fiesta».

Con motivo de la pasada gira estival ‘Lugares mágicos’, que en el caso de León se materializó en una doble actuación en el MSM y en el Monasterio de Sandoval, Carlos Núñez reconocía a este periódico que la gente tenía una visión de la música celta muy de los años 90, cuando se puso de moda en toda España, que ahora ha querido desmontar en parte con su labor de investigación de los orígenes de la misma y su fusión con otras músicas, lo que ha dado lugar al libro y al espectáculo que este viernes presenta en León. «Asumir este tipo de riesgos también es parte de la labor de un músico. La música en cuanto se instala en sistemas que ya funcionan entra en una fase de decadencia. Efectivamente la visión que se tiene en España de la música celta corresponde a una época, los años noventa, en que pegó fuerte coincidiendo con el cambio de milenio y aquí se dejó ver con la ‘new age’. La gente volvía a conectar con la naturaleza, el ecologismo, las cosas importantes de la vida, la tierra... Por ahí se coló la música celta y es cierto que aquí su máxima expresión fueron los festivales, por lo que la gente asocia este tipo de música con un festival al aire libre, gratis, todo el mundo de pie durante muchas horas, cerveza, y hoy tu ves grandes festivales celtas en el mundo que bajo el paraguas de la música celta ofrecen muchos géneros.

Entonces tu puedes beber de la música tradicional, puedes beber de las raíces, si haces pop, rock, música electrónica, indie, jazz, música clásica, etc. Desde cualquiera de esos géneros puedes beber de toda esa teoría musical, de esas tradiciones, y entonces estás aportando diversas visiones diferentes de un sustrato, algo que me parece realmente interesante y que en el libro he tratado de reflejar haciendo un llamamiento a los jóvenes músicos de nuestro país para que no solo copien directamente a los americanos sino que beban de sus propias tradiciones, como Bob Dylan también remarcó en su discurso de aceptación del premio Nobel».

El gaitero gallego asegura sentirse muy esperanzado «porque veo que ya existe toda una generación que está cambiando. Hace muy poco Rosalía contestaba a un youtuber de moda, Jaime Altozano, donde hacía un análisis musicológico de su disco; Salvador Sobral cantó hace poco una canción de Mikel Laboa; este año Amaya, de ‘Operación Triunfo’, con una pandereta en la mano cantando un villancico asturiano... Eso tú no lo veías hace poquito tiempo, y veo que los más jóvenes están volviendo a hablar de música y además con profundidad. Yo recuerdo esa dificultad en cada disco cada vez que tenías que bajar un poco a la profundidad y ostentosamente la propia industria discográfica, el propio sistema de la música, quería ser superficial porque tenía miedo de que si te ponías un poco profundo la cosa no iba a funcionar», confiesa Núñez, consciente de que hoy posee un estatus que le permite asumir en su carrera mayores riesgos, aunque le haya costado veinte años conseguirlo. «Tengo muchas esperanzas porque veo a una generación que está a puntito de conectar con las músicas tradicionales. Pienso que es una generación que está ya quizás de vuelta de un pequeño problema que teníamos, porque después de una dictadura como la que tuvimos que sufrir en España yo creo que había una necesidad de escapar del pasado y emprender una huida hacia el futuro y, por lo que sea, se pensó que la modernidad era copiar a los americanos, hacerse pop a toda costa. Sin embargo, cuando de pronto me vi tocando con gente del pop y el rock, de los de verdad, como Sting, Rolling Stones, Sinead O’Connor, Ry Cooder, yo veía que el pop y el rock no era aquello que me habían enseñado en España en los años ochenta. Con estos grandes rockeros sentí que nuestras raíces eran parte fundacional de toda aquella música».

Carlos Núñez está convencido de que existen muchísimas expresiones diferentes vinculadas a la música celta «y lo mejor del caso es cuando percibes en quienes las manifiestan un amor verdadero por nuestras raíces, por cultivar nuestra propia personalidad y no convertirnos en unos pobres y simples consumidores periféricos», señala el intérprete gallego, que reconoce que su actual gira con ‘La hermandad de los celtas’ se ha extendido tanto este año que van a ser 50 conciertos por toda España, donde solo se ausentarán para hacer un concierto en el castillo de Dublín y el que va a tener lugar en Edimburgo el día 1 de enero de 2019. «La verdad es que estoy hasta orgulloso, porque creo que hemos conseguido crear tradición. La gente ya espera incluso de un año para otro a que volvamos a su ciudad. Es verdad que todos los años ofrecemos novedades, todos los años hay sorpresas, eso es parte también del secreto de todo, pero de lo que estoy especialmente encantado es que en España hay un público maravilloso para esta música y en el caso concreto de León he notado mucha ilusión. Las áreas periféricas del el país, como el País Vasco, Cataluña o Galicia, todo lo que tiene que ver con la cultura tradicional ha estado muy protegido, pero es cierto que ese proteccionismo ha hecho que la gente desconectase; sin embargo, el interior del país, y León es el ‘cuore’ de todo esto, también Castilla pero en concreto toda la zona de León y Zamora, percibes verdadera pasión. Durante décadas parece que no pasaba nada, pero hoy notas que la gente tiene verdadero deseo de disfrutar de todo esto», sostiene Núñez, que es consciente del caluroso recibimiento que siempre ha tenido en los diferentes enclaves en los que ha tocado tanto en la capital como en la provincia leonesa. «Fíjate que en verano nos inventamos nuevos espacios como fue el Monasterio de Sandoval, que para mí fue toda una sorpresa, porque notabas a la gente la ilusión esa de vivir una experiencia diferente. Pienso que todo el interior es mágico, hay tradición, hay sustancia ahora mismo. Toda Europa es un gran centro comercial, y el mundo en general, que cada vez se parece todo más. Compras los mismos productos en Madrid, en Clermont Ferrand, en Texas... Yo creo que el interior de España ahora mismo es un poco como Cuba el año que llevamos a Ry Cooder con The Chieftains y él se dio cuenta allí de que había todo un tesoro por descubrir, que había cosas que el mundo no conocía. Creo que en este caso León y todo ese ‘cuore’ del interior tiene un patrimonio inmaterial valiosísimo y en el caso de la música la etiqueta de la música celta puede ser una muy buena marca de prestigio para darlo a conocer al mundo», sostiene el intérprete, que prefiere ser recordado como investigador y divulgador que como intérprete que ha vendido un millón de discos. «Lo de vender un millón de discos nunca me lo pude imaginar, también es cierto que viví los años en los que la industria de la música estaba ahí arriba. Allá por el año 2000 ya se sabía que la industria musical iba a caer, iba a acabar desapareciendo, algo que no lo he vivido como un trauma sino como una oportunidad. Fíjate qué bonito en este nuevo sistema poder hacer conciertos con Jordi Savall o en un monasterio como Sandoval, que sea el público el que decida con su apoyo incuestionable. Cuando el público compra tickets para asistir a un concierto eso es lo más auténtico que hay dentro del mundo de la música y en ese sentido estoy muy esperanzado», concluye.
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