Carlos Muñoz de Pablos: "Mi compromiso es con el lenguaje de la vidriera"

El artista, pintor y vitralista segoviano, que formó parte del equipo de expertos de ‘El sueño de la luz’, ha sido distinguido con la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes que otorga el Ministerio de Cultura

17/01/2024
 Actualizado a 17/01/2024
El maestro vidriero ante algunos bocetos de sus obras en su taller-estudio de Segovia. | FERNANDO PEÑALOSA (ICAL)
El maestro vidriero ante algunos bocetos de sus obras en su taller-estudio de Segovia. | FERNANDO PEÑALOSA (ICAL)

El Consejo de Ministros, a propuesta del titular de Cultura, Ernest Urtasun, aprobó el pasado 9 de enero la concesión de la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes correspondiente al año 2023 a 37 personalidades e instituciones del mundo del arte y la cultura, entre las que se encuentra el maestro segoviano del arte de la vidriera, Carlos Muñoz de Pablos, cuya trayectoria profesional ha obtenido el reconocimiento unánime en España y también fuera de nuestras fronteras, aportando, entre otras cualidades, «una clara manifestación de las nuevas posibilidades de la vidriera en la arquitectura y, por extensión, el arte actual. Entre sus numerosas distinciones se encuentra el Premio Castilla y León 2005 de Restauración y Conservación del Patrimonio y más recientemente el nombramiento de Hijo Predilecto de Segovia, su ciudad natal, en diciembre de 2022. En León ha formado parte del comité de expertos del proyecto ‘El sueño de la luz’, que estuvo en vigor entre 2006 y 2011, además de ser el artífice de la vidriera que destaca en la fachada principal del edificio central del Campus de Ponferrada. Para Muñoz de Pablos esta distinción del Ministerio de Cultura y otras que la han precedido «siempre me parecen demasiado porque yo no he hecho más que cumplir no con mi deber sino con mi compromiso con las cosas y conmigo mismo. Me sorprendió porque no esperaba nada, pero ahora ya lo voy digiriendo», reconoce el veterano vitralista segoviano, que lleva más de 65 años en el oficio y cree que esta distinción del Ministerio de Cultura obedece a «una cuestión de escalafón». 

 

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La alcaldesa de Segovia, Clara Martín, entrega el título de Hijo Predilecto de Segovia al artista, pintor y vitralista Carlos Muñoz de Pablos. | NACHO VALVERDE (ICAL)

Preguntado en su caso dónde termina el artesano y empieza el artista o si se trata como presumo de vasos comunicantes, Muñoz de Pablos se muestra categórico al afirmar que efectivamente ambos están interrelacionados. «No me reconozco como un artista plástico sino como un artista matérico y la materia es un soporte fundamental para las emociones y los sentimientos. Pero la materia tiene sus leyes y tiene sus tratamientos, y ahí entra un poco la parte científica y la parte artesanal. Yo siempre digo que hasta Leonardo Da Vinci tenía un componente artesano, porque si no sabes manejar la materia no hay posibilidad de integrarse con ella y hacerla expresar. Un artesano puede ser una persona que repite una serie de fórmulas, en el caso de un artista siempre hay un planteamiento de experimentación y aventura. Creo que ahí es donde reside la diferencia».

 

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Rosetón de la fachada principal del edificio central del Campus de Ponferrada. | ICAL

La materia con la que Carlos Muñoz de Pablos ha trabajado toda su vida es muy especial, el vidrio, que ha sido fundamental no solo en la historia del arte sino también de la arquitectura. «Yo siempre repito una cosa, que es una evidencia en la historia de la humanidad. El vidrio es un cerramiento arquitectónico y sin el vidrio no estaríamos protegidos de las inclemencias del tiempo y no estaríamos iluminados. Toda estancia tiene siempre un cerramiento de vidrio. Un vidrio plano tiene dos milímetros y medio o tres milímetros como mucho, pues eso es una frontera que determina el interior y el exterior de un espacio habitable. Y eso es la historia de la humanidad. Sin ese espacio civilizado, protegido e iluminado, la humanidad sería otra cosa totalmente distinta», asevera el maestro segoviano, que formó parte de las últimas promociones que estudiaron en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando ubicada en Alcalá, 13. «Estudié pintura, escultura, historia del arte, perspectiva, anatomía... toda la carrera de Bellas Artes. Para mí era la pintura, pero yo tenía un componente desde muy pequeño que guarda relación con el vidrio. Pasar de un soporte opaco a un soporte traslúcido era fundamental para mí, pero mi ambición no era obtener reconocimiento sino conocer el lenguaje de la vidriera, y lo sigue siendo aún hoy. Para mí el compromiso es el lenguaje de la vidriera, que no tiene nada que ver con la pintura en una tabla, en un lienzo o en una pared. Es otra cosa distinta y es un lenguaje totalmente desconocido. Una imagen en una vidriera se ilumina de atrás hacia delante. Por lo tanto ese recorrido lumínico invade el espacio, cosa que no pasa con un cuadro, con una tabla. Ese es un lenguaje que se ha perdido y yo siempre me he empeñado en mantener ese planteamiento y creo que tiene un componente contemporáneo dentro de la arquitectura que no está explotado, que no está explicado». 


El maestro vidriero segoviano considera un hecho relevante que la Unesco haya declarado recientemente la técnica del vidrio soplado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, reconociendo que en esta técnica está el origen de todo. «Si se analiza la historia del vidrio hay un instrumento que fue uno de los grandes inventos de la humanidad, que es la caña de soplar vidrio. Históricamente los egipcios, los griegos, los romanos, incluso los islámicos han tenido vidrio, pero en su mayoría era vidrio colado. Era fundir vidrio y extenderlo en una plancha de piedra caliente. La caña propició el vidrio soplado o hueco. El concepto es vidrio soplado a caña y a pulso. Puede haber un vidrio soplado con una caña neumática y metido en un molde, pero en este caso es con caña, soplado a boca y a pulso. La revolución generó una serie de tecnologías y de aprovechos impresionantes. Pero hay que hacer una distinción. Eso es el vidrio hueco, las botellas, los recipientes, que es una maravilla que se siga haciendo. Pero yo estoy hablando del vidrio plano, que es consecuencia del vidrio hueco y que es el componente necesario en la arquitectura de todos los tiempos», asegura el maestro vidriero, para quien todo ese proceso ha evolucionado hasta llegar al vidrio plano flotado, un invento de 1959 que hoy se utiliza para los parabrisas de los coches, las carlingas de los aviones, etc. «Todo lo que tiene que ver con el vidrio plano se produce con esa tecnología, que ha ido desplazando la vidriera pintada a fuego. Hemos ganado el cerramiento maravilloso pero hemos perdido la estética de una obra de arte de color y ese es ahora mi cometido, salvar la vidriera pintada a fuego como un elemento artístico que no tiene la servidumbre del cerramiento exclusivo de la arquitectura», argumenta.

 

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El pintor, vitralista y restaurador Carlos Muñoz de Pablos. | NACHO VALVERDE (ICAL)

Carlos Muñoz de Pablos ha podido trabajar en la Catedral de León en distintos periodos, siendo a principios de los años ochenta el restaurador de la vidriera que unos ladrones rompieron en su pretensión de robar en el interior de la Pulchra Leonina o el hecho de haber formado parte del equipo de asesores del proyecto conocido como ‘El sueño de la luz’. «La Catedral de León posee un conjunto de vidrieras que son de las más antiguas de la Península Ibérica. Pero independientemente de eso, hay un factor muy importante que es la labor llevada a cabo por el arquitecto Juan Bautista Lázaro. La restauración del siglo XIX es muy desconocida pero se considera un hito. Cuando nadie hablaba de restauración se realizó una intervención, con sus fallos también, cuyo planteamiento resulta aun hoy muy interesante para todo aquel que quiera entender la vidriera a través de la historia del arte».


El pintor y vitralista segoviano ha tenido la suerte de que dos de sus hijos hayan querido seguir sus pasos. «Los juegos de niños de Pablo y Alfonso fueron mi taller. Cuando decidieron estudiar Bellas Artes tuvieron la oportunidad de dedicarse a otras especialidades pero siguieron con el vidrio porque pienso que está en su ADN. No les ha costado nada. Lo que les ha costado seguramente es desprenderse de mí y ser ellos mismos, que es muy importante. Yo soy tenedor de unos conocimientos que no son exclusivos míos y mis hijos han entendido que ellos han heredado una cosa pero que tienen que ir añadiendo elementos nuevos. Es su tesis. La tesis doctoral es añadir algo a lo que existe. Cuando nosotros bajamos una vidriera del XV o del XVI y la colocamos en la mesa de estudio el tener aquel maestro silencioso y aprender cómo está hecho aquello eso es una suerte para nosotros que no ha tenido otra gente. La restauración y la creación la estamos fusionando. Para añadir cosas nuevas tienen que hablar el lenguaje con precisión y ese lenguaje está en los maestros silenciosos del XV, del XVI y del XVII. A partir del XVIII es otra cosa distinta», concluye.

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