Sôber nació en Madrid en la década de los noventa como una de las bandas de rock del momento. El año pasado sus integrantes, encabezados por Carlos Escobedo, celebraban una gira en el marco de su trigésimo aniversario. Este 2025, Escobedo deja a un lado temporalmente al grupo para embarcarse en un viaje en solitario y ‘En estado puro’ que le hace parar este viernes en la capital provincial el mismo día que saca a la luz un nuevo sencillo basado en el ‘Romancero gitano’ de Lorca. Desde las 21:00 horas, El Gran Café recibe al artista para celebrar un concierto en acústico.
– No es la primera vez que está en León, ¿verdad?
– No, todo lo contrario. León, además, es una ciudad que a la que tengo mucho cariño porque el primer concierto que di fuera de Madrid fue aquí; en La Bañeza.
– De aquellas era Sôber y hoy es Carlos Escobedo. ¿Cómo surge este proyecto en solitario?
– En la pandemia, al vernos encerrados, tocaba hacer música con la acústica. Ahí empiezas a explorar otras partes que, como artista, están un poco más escondidas y empiezan a florecer. El rock tiene una parte mucho más cañera y la voz está ahí, pero no puede matizar; es quizás un instrumento más. En un acústico, le puedes dar mucha más dinámica y trabajar el instrumento de otra manera, con otra versión de ti.
– ¿Cómo se compagina una banda con una gira en solitario?
– Me encuentro muy a gusto en las dos partes. Sí que me ha tocado alguna vez –y este verano me volverá a pasar– tocar un día un concierto rockero y al día siguiente justo tener uno en acústico; es un reto que mola, pero tiene su complicación porque muchas canciones se repiten en ambos y algunas las asocias directamente al rock y cuesta llevarlas a un acústico.
– ¿El rock no puede sonar en acústico?
– En un concierto acústico se va a la parte un poco más lírica: las letras, lo que significa cada canción... En uno de rock se busca más la energía, el single, cantar la canción y tomarse una cerveza.
– ¿Corren buenos tiempos para el género?
– Yo creo que ha estado más de moda otras veces y hubo momentos en los que todas las radios apostaban por el rock y las guitarras estaban muy presentes en todos los lados. Sôber, por ejemplo, llegó a aparecer en Crónicas Marcianas. Quizá ahora no tenemos esa parte mediática, pero creo que el rock nunca se va. El Viña Rock, el Resurrection Fest y el Z! Live ponen de manifiesto que el rock siempre está ahí. Aunque no venda las entradas de Maluma, el rock sí tiene cabida.
– ¿Se ha convertido en una música de nicho?
– Yo no diría de nicho, pero sí que es cierto que al que le gusta el rock tiene que estar pendiente de lo que está pasando en la escena porque no te lo vas a encontrar en la televisión. El rock siempre ha sido una música que reivindica una actitud y eso no se ha perdido, pero no está pasando su mejor momento.
– ¿Eso no desmoraliza?
– Al que lo necesite, puede ser. Nosotros venimos de tocar en La Bañeza y de dormir en la misma sala; venimos de esa resiliencia y lo vamos a hacer igual para un montón de gente que en una salita pequeña. Los que hacemos esto es por algo que llevamos dentro.
– ¿Impone más subir sólo al escenario?
– Los que venimos de todo el murmullo de festivales y salas, al subir a un teatro, con todo su silencio es laborioso encontrase a gusto. Al principio tienes ese miedo, que se pasa rápidamente, pero que te hace enfrentarte a una parte un poco más estricta. Cuando tienes un día malo, en el acústico se nota el doble; todas las tesituras están más al alcance del oído y parece que te la juegas un poco más.
– ¿Qué va a encontrarse el público leonés esta noche?
– El nombre le viene que ni al pelo. ‘En estado puro’ es encontrar la esencia de una canción; un formato sencillo que tiene una capacidad emocional importante. De hecho, muchas veces tengo que evitar fijarme en las primeras filas porque hay gente llorando y no puedo empatizar porque dejaría de cantar. Son dos horas de repertorio, es un concierto muy dinámico y el público pasa por muchas emociones porque hay canciones para cantar, otras más de oír y nosotros vamos con mucha energía.