Cafés, cabrito y buen hacer

El restaurante Casa Rafa lleva abierto ininterrumpidamente a los comensales desde el año 1977; ahora, tras 15 años manteniendo la misma estética muestran una nueva cara, pero la esencia sigue intacta

Andrea Viñuela
28/08/2015
 Actualizado a 17/09/2019
En la imagen, Rafa, el dueño del restaurante, posa junto a la jefa de cocina y su hijo, Blas, quien heredará la gerencia del local en el futuro. | Daniel Martín
En la imagen, Rafa, el dueño del restaurante, posa junto a la jefa de cocina y su hijo, Blas, quien heredará la gerencia del local en el futuro. | Daniel Martín
Rafa, dueño y creador del famoso restaurante de la capital leonesa, destila amabilidad en su plácida sonrisa. Su hijo Blas va en camino de convertirse en un hostelero de pura cepa. Lo lleva en los genes.

Rafa siempre trabajó en la hostelería, su sueño era poder regentar algún día su propio restaurante. Y lo cumplió. En el año 1977 abrió, junto con su esposa, el restaurante que lleva por cartel su propio nombre. Ahora, 38 años después de su apertura, el restaurante muestra un aspecto renovado pero sin perder la esencia tradicional, colores cálidos y acogedores, luz tenue, siempre con la intención de hacer sentir cómodos a los comensales.

Este restaurante leonés puede presumir de la calidad de sus comidas, del sabor casero de sus platos o de la inmensa variedad de su carta, pero el mayor logro que ostenta este locales sin duda el lleno de sus varios comedores día tras día. Con un aforo en torno a 200 personas, Rafa y Blas destacan que los días con mayor demanda suelen ser el día de la madre, Navidad o cualquiera de Semana Santa. "Un día de diario podemos llegar a tener en torno a 100 comensales", destaca el hijo del dueño. «No podemos quejarnos del éxito que tenemos, muchas veces me dicen que por qué no tenemos menú del día, pero entonces no daríamos a basto» afirma el dueño.

A modo de recomendación personal, Rafa prefiere presentar en la mesa unos entrantes para abrir boca, cabrito como plato principal y para terminar un dulce, entre la gran variedad de tartas y postres caseros que se preparan en sus cocinas. Para beber, un buen vino del Bierzo.

"Aquí nadie se queda sin comer. Hemos aceptado clientes para comidas a las cinco o las seis de la tarde, incluso cenas a las dos de la mañana", declara Rafa, sereno, como si estuviera más que acostumbrado a ese tipo de situaciones.

El trato es exquisito, la cercanía y amabilidad con la que los trabajadores del restaurante reciben a sus clientes no tiene pega que sacar. "A mí me han llegado a contar confidencias que nadie más sabía" confiesa el dueño; una muestra más del trato cercano con el que el hostelero trata a sus clientes.

Ahora, tras su lavado de cara, el restaurante Casa Rafa ha reabierto con más fuerza que nunca, bajo los mandos de Blas, y por supuesto de Rafa, que tras casi 40 años en la hostelería rehuye de abandonarla, pues afirma que "este negocio me lo ha dado todo, a mi familia nunca le ha faltado de comer". Nunca mejor dicho.
Archivado en
Lo más leído