Me viene a la mente Beuys y su negativa a hacer una exposición retrospectiva de la obra que había realizado a lo largo de su vida al salir de ver la de Darío Corbeira en el Musac. Darío también quiere seguir con las cosas importantes, con la acción, lleva en el tajo desde los años 70 y varias décadas con su labor editorial en la publicación teórica Brumaria, una de las más importantes en los asuntos estéticos y políticos. No ha querido tampoco él darle un sentido retrospectivo a esta muestra, titulada ‘Permanecer mudo o mentir’, por la misma causa que Beuys, porque sabe que el verdadero artista tiene compromiso con el día presente y se levanta cada mañana para crear con los materiales que el mundo pone sobre la mesa. No obstante un visitante como yo se queda con ganas de saber más, de ver sobre todo su obra más lejana en el tiempo, precisamente, con retrospección.

En ese tiempo, del que nos habló el autor a viva voz, aseguró haber sido dos de las peores cosas juntas que se podían ser en la España de los años setenta, activista político y artista contemporáneo. Lo cierto es que toda una línea de trabajo artístico como el suyo quedó tan oculta por la amnésica transición como lo había estado por la dictadura, ya que quienes tomaron el relevo en la organización del canon del presente cultural aquel prefirieron consagrarse a lo que calificaría José Luis Brea como "el entusiasmo", un arte contemporáneo español despolitizado, evasivo, formal y de retaguardia que tuvo su punto álgido en aquel pintor espontáneamente genial salido de la nada y llamado Miguel Barceló.
En los últimos años hemos visto reconocidas, con mucho retraso, algunas trayectorias pertenecientes a esa línea silenciada como la de Isidoro Valcárcel Medina, Esther Ferrer o Concha Jerez con los premios Nacional y Veláquez. Lamentablemente la labor de estos artistas, como la de Darío Corbeira, pide una mirada retrospectiva, no para contribuir a la construcción político-cultural que rechazan todos ellos sino para hacer públicas sus importantes aportaciones creativas cuya visibilidad les fue hurtada.
Valga esta exposición para ello como antes valieron las de Valcárcel Medina y Concha Jerez en este mismo museo, y más cuando se produce en los otoñales días brumosos del segundo mes del calendario de los revolucionarios franceses, Brumario.