El Área de Actividades Culturales de la Universidad de León abre este viernes a las 18:00 horas una nueva temporada de exposiciones, coincidiendo con el inicio del curso académico, con la inauguración en el espacio expositivo del Ateneo Cultural El Albéitar de tres muestras artísticas que en principio podrán visitarse hasta el próximo 27 de octubre, de lunes a viernes de 12:00 a 14:00 horas y de 18:00 a 20:00 horas.
‘Le cocu magnifique y el Conde de Orgaz’ es una muestra de Pablo Picasso comisariada por Federico Fernández, director de la Obra Cultural de Funiber, con la que se conmemora el 50 aniversario de la muerte del artista malagueño y universal. La docena de cuadros de ‘Le cucu magnifique’ representan el inicio de un estilo de dibujo, propio del periodo que se dio en llamar del ‘viejo salvaje’ y que se desarrolla con mayor intensidad, gráfica y erótica en la serie surrealista de ‘El conde de Orgaz’, compuesta por trece cuadros, donde el artista se libera del corsé de la ilustración eclosionando libremente el modo surrealista surgiendo del inconsciente, sin sujeción alguna a la dictadura de la razón.
‘Bang, Bang!’, de Patricia Martín, se enmarca dentro del programa de actividades del Festival ‘León es acción-Lexploitation’ que se celebra estos días en la capital leonesa. En la exposición pueden verse algunos de los trabajos que la artista Patricia Martín desarrolla para el mercado norteamericano. Esta exposición está compuesta por portadas de cómic para diferentes editoriales, entre ellas Image Comics, Dark Horse Comics o Oni Press, con títulos como ‘Rick & Morty’, ‘Instinto Básico’ o la serie ‘Black Hammer’, junto con arte personal que Martín desarrolla como art commissions sobre distintos personajes de la cultura popular del cómic de superhéroes. ‘Bang, Bang!’ es un ejemplo del estilo conceptual de esta artista vallisoletana basado en líneas limpias, juegos geométricos y estudios de color y de espacio negativo.
Por último, ‘Liberar el acertado caos’ es la propuesta de A. Díez, que pretende ser un paseo por la libertad de expresión, cuadros en los que, simplemente, han surgido símbolos carentes de significado real o reducido a su mínima expresión. Según explica Díez: «Para entender mi obra, sólo tenéis que situaros en la esencia de lo que no tiene significado, de lo que se desprende del dibujo de cualquier niño, que en definitiva es la esencia. Los niños utilizan su propia simbología: un perro, una casa, un coche… Yo voy un poco más lejos, pero he vuelto o regresado un poco, con mi vida de pintor, a la simbología de las cosas simples. El niño que hay en mí clama por la sencillez de mi infancia y por qué no reflejarlo como en un poema pictórico, sin palabras y sin complicaciones».