"Asesinaron a su novio, a su marido y a su memoria"

La abogada leonesa Dolores González es la principal protagonista del libro ‘A finales de enero’, que este martes se presenta en León con la presencia de su autor, Javier Padilla

Fulgencio Fernández
21/01/2020
 Actualizado a 21/01/2020
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Javier Padilla (Málaga 1992) no conocía de nada a la abogada leonesa Dolores González (León, 1946; Madrid, 2015) hasta que «hablando en el Colegio Mayor deMadrid donde vivía con el editorde Pre Textos, Sergio Suárez, salió el nombre de Lola González, que había fallecido unos meses antes y la historia, que no conocía, "me pareció sobrecogedora y quise contarla, por lo me puse a tirar del hilo, a leer lo poco que se había escrito, visitar hemerotecas, hacer entrevistas a amigos y familiares...".

Y así nació ‘A finales de enero’, el libro que este martes presenta (a las 19:30 horas, en el Salón de los Reyes del Ayuntamiento de León) y con el que ganó el Premio Comillas. El título, muy apropiado para estas fechas, se refiere a que la coincidencia ha hecho que las tres grandes tragedias de la vida de Lola Gonzálezocurrieran a finales de enero. «Su novio en la Facultad de Derecho, Enrique Ruano, muere el 20 de enero de 1969 en un interrogatorio de la policía franquista; su marido, Javier Sauquillo, fue uno de los asesinados en el despacho de abogados laboralistas en el número 55 de la calle Atocha, era nuevamente en los últimos días de enero de 1977, el 24; y finalmente falleció la leonesa en los últimos días de enero de 2015 junto a su último compañero, José María Zaera», con quien combatió la depresión que le acarreó una vida cargada de tragedias.

Tres vidas marcadas por la muerte. En las postrimerías del franquismo, en los albores de la Transición y en la recta final de una biografía marcada por la lucha antifranquista.

Señala Javier Padilla que en sus investigaciones fue el primero que tuvo acceso a la documentación de la muerte de quien era el novio de Lola González, Enrique Ruano, una muerte que el franquismo y la prensa de la época vendieron como un suicidio pero que el investigador no comparte en absoluto. «Se dice con frecuencia que murió en los calabozos de la policía franquista, no fue así, ni siquiera llegó a ella. Realmente murió en un piso propiedad de la familia de Ruano, en Príncipe de Vergara, donde les llevaron para interrogarles. A la vista de la documentación a la que he tenido acceso y las entrevistas realizadas me queda muy claro que no fue un accidente y mucho menos un suicidio, como se quiso hacer creer, fue un asesinato puro y duro que, tristemente, ha quedado en el olvido».

- ¿Nadie pagó por él?
- Nadie. La versión oficial fue un suicidio.

Ver cómo el asesinato de Ruano quedaba impune le causó una profunda tristeza a la leonesa, conocedora de primera manos las trágicas circunstancias de su muerte. Pero seguramente ni en sus peores sueños se podía imaginar el siguiente episodio trágico de su biografía, la matanza de Atocha, en la que perdió a su marido, acribillado a balazos por «pistoleros de extrema derecha», según tituló el diario El País, El Mundo recurría a otro titular, «Son todos ultras»y Arriba llevaba a su primera páginas, en grandes caracteres, «Acción criminal».

Así lo contaba ABC: «‘Todos juntitos y con las manitas arriba’. Estas fueron las últimas palabras que oyeron las víctimas de la dramática matanza de Atocha, ocurrida el 24 de enero de 1977. Un episodio que sacudió los cimientos de la incipiente democracia española, dentro de lo que se conoció como Semana Negra de la Transición.

La masacre se perpetró en un despacho laborista de CC.OO. Hacía las once de la noche tres ultraderechistas se presentaron allí y asesinaron a tiros a cinco personas (tres abogados, un estudiante de Derecho y un administrativo) e hirieron a otras cuatro». Uno de los muertos era el marido de Dolores González y ella una de las heridas. El cuerpo de su marido acribillado cayó sobre ella.

- ¿Nadie pagó por este asesinato múltiple?
- Se puede decir que no; aún andan a vueltas conla extradicción desde Brasil de uno de ellos, García Juliá, desde 1977, es casi un insulto.

Señala Padilla que en este caso no accedió a documentación nueva, pero sí recoge toda la existente y lo que aportan las entrevistas. Lamenta el olvido en el que cayó la tragedia de leonesa, «poco se ha hecho por recordarla, más allá de los trabajos de CC.OO., que es quien hoy me lleva hasta León para presentar el libro, a través del Ateneo Jesús Pereda, y que contará en el acto de este martes con las presencia de Ignacio Fernández Herrero, presidente de la Fundación Jesús Pereda, y por la profesora del Área de Historia Contemporánea de la Universidad de León Beatriz García Prieto.

Para Javier Padilla también es una presentación especial pues viene a la tierra de la principal protagonista del libro, Dolores González, de una familia de comerciantes aunque se fue de la ciudad con nueve o diez años. Señala en ‘Afinales de enero’ que «Nuestra principal protagonista, Dolores González Ruiz, Lola, nació en León el 19 de octubre de 1946. Tuvo dos hermanos, Alberto y Miguel Ángel, conocido como el Chato. Sus abuelos paternos eran de Zamora y su familia materna tenía origen santanderino, por lo que iban a menudo a los dos lugares en las vacaciones de verano y Semana Santa. La familia tenía un negocio textil exitoso, presente en varias ciudades como Madrid, Zamora y León. El abuelo paterno de Lola, Dídimo González, había fundado el comercio La Perla, que tenía su principal establecimiento en León».

El libro ya lleva unos meses en las librerías y con una muy buena acogida, ya han salido tres ediciones. También se muestra muy satisfecho con la acogida en las presentaciones, aunque con un ‘pero’: «Las reacciones son muy positivas, pero es cierto que constato que la mayoría delos asistentes songente cierta edad, no veo asistentes de mi generación, que tengo 27 años, y es una pena pues es una historia que merece la pena conocer para saber otras historias de etapas como el posfranquismo o la transición».
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