Arroyo, donde él quería

‘El buque fantasma’ es el título del último cuadro que Arroyo pintó, en su taller de Robles de Laciana. Y así se llama también la exposición que este fin de semana se inauguró en el Jardín Botánico de Madrid, "donde él quería"

Fulgencio Fernández
14/01/2019
 Actualizado a 12/09/2019
Vista de la sala con ‘El buque fantasma’ al fondo.
Vista de la sala con ‘El buque fantasma’ al fondo.
Eduardo Arroyo tenía apalabra, cerrada más bien, una gran exposición en el Jardín Botánico de Madrid. Fue otro de los proyectos que su muerte truncó, aunque solo en parte pues la muestra ya abrió sus puertas en un marco espectacular.

No estaba Arroyo pero estaba en todas las conversaciones. No estaba Arroyo pero estaban sus amigos, su viuda Isabel Azcárate; la comisaria de la muestra —Fabianne Rocó—; la pianista Rosa Torres Pardo, que le daba nombre a los encuentros que se celebraban en Robles de Laciana; el director del Teatro Nacional y muchos nombres de la cultura española junto a amigos llegados desde Laciana y León: el pintor Lolo Zapico; Arsénico Pérez, hijo del escultor Jonás Pérez, Luis García, técnico del departamento de Arte del Instituto Leonés de Cultura. Alrededor de 500 personas que acudieron a la llamada de la memoria de Eduardo Arroyo y la exposición que se inauguraba, con el mismo título que la última obra suya: ‘El buque fantasma’, en la que trabajó en su taller de Robles de Laciana hasta el último día, según recordaba su viuda, Isabel Azcárate, que «cada día se levantaba y se ponía a pintar, que era su forma de seguir vivo y no pensar en cómo su salud se iba deteriorando de manera irreversible».En los corrillos de la visita a la exposición se recordó la figura deArroyo y, entre los leoneses, su especial vinculación con esta tierra, con Laciana, donde quiso que reposaran sus restos para siempre. La viuda confesó que la intención de la familia seguía siendo que se hiciera realidad «lo que era un deseo de Eduardo, crear la gran biblioteca de Arroyo en Laciana», aunque no está muy claro todavía cómo llevar adelante el proyecto porque lo único claro es que «él no quería una fundación». La inauguración de El buque fantasma se convirtió en la gran noticia cultural del fin de semana en Madrid. Todos los medios nacionales se hicieron eco de ella. Natividad Pulido cuenta en ABC que Arroyo dejó «dos cuadros inacabados. En su estudio de Madrid quedó en el caballete un lienzo que iba a titular ‘Tres visitantes en la cocina de Agatha Christie’ Era tal su pasión por Agatha Christie que la tercera parte de su autobiografía, que también verá la luz póstumamente, lleva por título ‘Diez negritos’. En su estudio leonés empezó en agosto otro cuadro: «La bella y la bestia». Tan solo le dio tiempo a pintar en una esquina del lienzo la figura de Lenin. Pero quedaron sin retratar Marx, Stalin, Mao y el león que debía centrar la composición».La muestra consta de 38 obras que creó en los últimos 18 años. Además de la que da título a la muestra haytres ensamblajes realizados con pinturas adquiridas en el Rastro, sus Lámparas Zurbarán, homenajes a Van Gogh, Ferdinand Hodler, Sylvia Beach... Cierra la muestra un audiovisual de 2011: ‘Un monólogo de Arroyo de 24 horas de duración’.

El último homenaje a un artista al que Julio Lllamazares define en un texto del catálogo como un artista «entregado en cuerpo y alma a su obra hasta la muerte».
Su viuda, Isabel Azcárate,decía no acostumbrarse a su ausencia. «Es tan difícil acomodarse a que no esté... Pero él siempre tuvo la satisfacción de hacer lo que quiso. Decía que no debía nada a nadie y que por eso decía lo que quería».

Y lo que quería era exponer en el Jardín Botánico. Y allí está.
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