Sobre la antología, que él mismo ha realizado recorriendo las 1.300 páginas de poemas que ha escrito en su ya larga historia de fidelidad al género afirmó que "no podía ser una antología más", por lo que no siguió un criterio estético o cronológico sino que se mantuvo "fiel a cierto canon clásico, no entendido como lo muerto o lo perecedero, sino clásico en el tiempo".
Avanzó en la presentación que su discurso sería una encendida defensa de la poesía, un género para el que reivindicó su vigencia pues, reflexionó, "si ya había poesía en el siglo 25 antes de Cristo ¿por qué tendría que dejar de tener un papel fundamental en la actualidad?"; lo que sí reconoció que es fundamental "recuperar la visión primordial que tiene la poesía, algo profundamente unido a la vida, por lo menos en mi caso"; y celebró que "tras años monocordes y atenazados por una determinada estética, la poesía de los jóvenes se vuelve a abrir a lo metafísico, a lo sagrado, en definitiva, a la libertad".
No eludió Antonio Colinas entrar a valorar la concesión del Premio Nobel de literatura al cantante Bob Dylan, fue tan escueto como claro. "Dicen que es un poeta pero los que somos algo mayores no concebimos el Premio Nobel bajo esa óptica".
Con el conjunto de su obra fresca en la memoria después de realizar la antología, Antonio Colinas dividió su extensa obra en tres bloques:la fidelidad a esa voz propia; la faceta ‘meditativa’ de astrolabio que tiene su reflejo más fiel en Noche más allá de la noche, y una tercera parte que llamó "humanista", porque "Es cierto que soy un poeta lírico pero nunca he eludido los temas de la realidad", y recordó que ha puesto su mirada en los conflictos en Oriente Medio o la caída del Muro de Berlín.

Antonio Colinas (La Bañeza, 1946) mostró su satisfacción por incorporarse a la nómina de ganadores de este galardón, entre los que se encuentran la uruguaya Ida Vitale (2015); María Victoria Atencia (2014); el portugués Nuno Júdice (2013); el nicaragüense Ernesto Cardenal (2012); la cubana Fina García Marruz (2011); Francisco Brines (20100); el mexicano José Emilio Pacheco (2009); Pablo García Baena (2008); la peruana Blanca Varela (2007); el también leonés Antonio Gamoneda, en 2006 o Juan Gelman, en 2005, entre otros como Caballero Bonald, Muñoz Rojas, Nicanor Parra, Gimferrer, Mario Benedetti, Valenti, Álvaro Mutis o Ángel González , José Hierro, Cabral de Melho, Claudio Rodríguez o Gonzalo Rojas, que fue su primer ganador en el año 1992, cuando se puso en marcha este premio dotado con 42.000 euros y que tiene por objeto "premiar el conjunto de la obra poética de un autor vivo que, por su valor literario, constituya una aportación relevante al patrimonio cultural común de Iberoamérica y España".
Antonio Colinas había mostrado su satisfacción cuando hace unos meses se conoció que era el ganador del Premio porque, decía, "en este país para que se reconozca a un poeta parece que tiene que estar enfermo o muerto, lo normal es perseguirlos" (cuando hizo estas declaraciones coincidía con las fechas en las que se conocieron los problemas "que tenemos los escritores jubilados con nuestras pensiones que están sometidas a multas, a devoluciones o, como en mi caso, a recortes. Esto es incomprensible porque una pensión es algo inviolable"), para añadir que se encontraba en plenitud y feliz porque entendía que el galardón refrendaba la apuesta que había hecho por la palabra. "Me encuentro muy satisfecho de mi trayectoria literaria y en un momento de plenitud; espero que mientras razón y corazón me ayuden seguiré escribiendo. Un reconocimiento de estas características a mi edad -acaba de cumplir 70 años- siempre vale una vida. Al margen de la obra, también he pensado estos días en mi vida, en mi apuesta por la palabra, por una vocación y por la literatura y sí me siento recompensado".
Unas ideas que volvió a desarrollar este viernes en el brillante discurso que pronunció para recibir este Premio Reina Sofía de Poesía que ha viajado por segunda vez a tierra leonesas, ahora de la mano de Antonio Colinas.