Anne-Laure Boyer: "No existe un mapa de los pueblos desaparecidos bajo los embalses"

La artista francesa acaba de terminar en Riaño la filmación de un largometraje documental sobre la memoria de los pueblos desaparecidos bajo el agua de los embalses

Bruno Marcos
28/02/2023
 Actualizado a 28/02/2023
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A lo largo del siglo XX más de un centenar de pueblos españoles fueron inundados por la construcción de embalses. La artista francesa Anne-Laure Boyer ha investigado durante años esos pueblos que ya no aparecen en los mapas oficiales actuales pero que han dejado un rastro en la memoria. Su trabajo fabrica la cartografía de esos lugares desaparecidos antes de que el olvido los borre del todo. Para ello ha recopilado mapas, textos, imágenes y relatos, haciendo un auténtico trabajo de campo con los restos y las voces de las gentes para crear nuevos vínculos a los lugares perdidos, visualizando cómo persisten de otras maneras. Su trabajo ofrece un espacio para la memoria, la de los lugares y sus habitantes, vivos o muertos, unidos por la fraternidad y la solidaridad de comunidades lejanas que han tenido un mismo destino.

Su obra se pudo ver en la exposición ‘Región’ (Fundación Cerezales, 2017) y ahora acaba de terminar en Riaño la filmación de un largometraje documental sobre la memoria de los pueblos desparecidos bajo las aguas en España, que llevará el titulo de ‘Atlas oculto-el pueblo del agua’. – ¿Cómo surgió tu interés por los pueblos sumergidos bajo las aguas de los embalses? – No existe un mapa de los pueblos desaparecidos bajo los embalses, sacrificados al agua en España, aunque sea algo tan significativo a escala nacional y como en ninguna otra parte en Europa. A partir de ese hecho empecé a investigar y trabajar sobre ello y obtuve una beca de la Casa de Velázquez en el año 2012.– ¿Cómo encontraste la manera de trabajar con este tema desde el mundo de las artes visuales? – Al no ser geógrafa, ni periodista, mi punto de vista es personal, trabajo en un cruce en el que se encuentran lo documental y lo poético. Creo que se puede mirar el territorio a través de la imaginación y de las emociones. Y a veces me pregunto cómo sería nuestro mundo si estos planteamientos fueran más valorados.   – ¿En qué lugares concretos se desarrolla el documental? – He estado grabando los paisajes de los pantanos de Yesa y Riaño, pero también en el Porma, Mediano y Mequinenza. Pero como se trata de encontrar lugares desaparecidos, hago idas y venidas entre lo concreto (los embalses) y lo imaginario (los relatos, los archivos, fotos, escritos, etc.); y eso supone grabar los lugares donde los antiguos habitantes conservan sus archivos y mi propio taller de artista, donde fabrico yo también archivos, mapas y pueblos en miniatura de arcilla. – ¿Qué metodología de trabajo has seguido?
– Mi método es como un mapa expandido, arborescente. Cada cosa no para de llevarme de una a otra, con idas y venidas entre los lugares concretos y lo inmaterial, con todo lo que se encuentra en internet o en libros, hasta lo que veo y escucho a las orillas. Parece sin fin. Agujeros negros que no paran de expandirse. Para dar forma a un posible relato, en la película habrá un hilo conductor que arranca conociendo enseguida siete personajes, siete historias. Se empezará con el más joven, de 30 años en Yesa, hasta el que más edad tiene, 80 años, como remontando el tiempo atrás.

– ¿Qué has hecho estos días en los embalses de León?
– He filmado durante cuatro días en Riaño y Vegamián con la ayuda de Ismael Aveleira, cineasta de León. En Riaño he grabado a Alfonso González Matorra mientras participaba en el antruido. Recuperaron el antruido riañés en el año 2009, después de no haberlo hecho desde los años 30. Reflexiono sobre el deseo de volver a los orígenes, pero también me interrogo sobre hasta qué punto es posible recuperar tradiciones cuando los territorios se están volviendo postales turísticas en el contexto de nuestra sociedad de consumismo-espectáculo.

También grabé a Isidoro de la Fuente reconstruyendo el callejero del antiguo Vegamián, anotando  todos los nombres de los vecinos en cada casa. Hemos dibujado un mapa extendido indicando a dónde se fue cada uno de ellos después del desalojo.

También rodé algunas escenas de alguien que ha reconstruido desde los escombros la casa de sus abuelos, expropiada y destruida desde hacía más de treinta años.

– ¿Cuáles son los principales descubrimientos que has hecho?
– Los afectados por la construcción de embalses sufren una pérdida que quería compartir, con cierta hermandad, aunque mi experiencia es diferente. Algunos de ellos lo llevan adentro, el pueblo sigue vivo y yo deseaba ver qué formas de resistencia y resiliencia han creado, cada uno a su manera. Puedo afirmar que nada se pierde del todo y el arte es una manera para potenciarlo. En el futuro, vamos a sufrir muchas pérdidas aún y tenemos que aprender a perder.

– ¿Qué se verá en la película?
– Cada personaje aparece primero con su grupo, en una situación real (por ejemplo en una protesta, en una fiesta de reencuentro o en una danza del antruido). Luego el personaje se destaca y realiza una acción que hemos puesto en escena. Por ejemplo, he pedido a un hombre que se introdujera de cuerpo entero en una grieta provocada por un terremoto debido a las inestabilidades de una de las laderas del embalse de Yesa. Es una metáfora del embalse que se come los valles y nos engulle.

– Con tu participación en la exposición ‘Región. Los relatos. Cambio de paisaje y políticas del agua’ (Fundación Cerezales-Musac, 2017) ya planteaste una cartografía física y emocional de una geografía desaparecida.
– Comencé esta película en el año 2012 y, dada la envergadura del tema, había que iniciar un trabajo previo de documentación, el cual se ha convertido en una obra en sí mismo: esta cartografía de la cual se presentó parte en esa muestra.

A la hora de buscar una memoria borrada, hay que ir a los sitios físicamente para reencontrar lo desparecido a través de los lugares y de la personas relacionadas y es un privilegio conocer a los personajes de la historia que quiero contar, en carne y hueso. También tengo que decir que, al inicio, no tenía previsto grabar Riaño, aunque ya estaba en mi mapa. Esa ampliación ha sido posible gracias aquella invitación de la Fundación Cerezales, donde llegué a conocer gente aquí, en León, tan dispuesta a colaborar.
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