Albert Cirera: "Siempre intento aportar desde lo que soy"

El saxofonista catalán arropado por Tres Tambors presenta este viernes en el Teatro El Albéitar los temas de su último trabajo discográfico titulado ‘Suite Salada’

Emilio L. Castellanos
21/12/2018
 Actualizado a 18/09/2019
El saxofonista catalán Albert Cirera. | NUNO MARTINS
El saxofonista catalán Albert Cirera. | NUNO MARTINS
El saxofonista catalán Albert Cirera siempre ha hecho gala de un nomadismo geográfico y personal que le ha servido para conferir riqueza a su personalidad artística y alimentarse humanamente. Es una necesidad que le ha trasladado, primero, de Barcelona a Lisboa y, ahora, a Copenhague, ciudad donde anda afincado y cursa un master. En todo este tiempo, ha ido afianzando una trayectoria que le convierte en uno de los músicos españoles de jazz más sobresalientes de la actualidad y su espíritu creativo, que ha sublimado su condición de improvisador, se ha ido poniendo de manifiesto en los numerosos proyectos que lidera, entre ellos un cuarteto, Albert Cirera & Tres Tambors, que disfruta ya de dos discos: ‘Els Encants’ (2012) y ‘Suite Salada’ (2016), motivo este último por el que la banda se desplaza hoy viernes a León para, en El Albéitar (21:00 horas; entrada gratuita con invitación a recoger en taquilla), formalizar una de sus intensas actuaciones.

Marco Mezquida (piano), el prolífico músico menorquín que no hace mucho asaltaba el escenario de El Albéitar, Oscar Domenech (batería) y Masa Kamaguchi (contrabajo), que sustituye ocasionalmente a Mark Lohikari, flanquearán a Cirera a su paso por León y pondrán en directo todo su talante al servicio de los numerosos sonidos que dan contenido y forma a ‘Suite Salada’, una obra que rinde tributo emocional a Menorca, desprende emoción y lirismo y donde jazz más tradicional y jazz vanguardista acaban imbricados. «Es un viaje para nosotros los músicos y también para quien nos escucha», asegura Cirera a propósito de una pieza que desde Underpool, el sello que lo ha editado, se dice que enlaza «paisajes sonoros, melodías, interludios e improvisaciones, llenas de energía, carácter y sorpresa».

Aunque articulada en seis partes, la Suite Salada ofrece a sus músicos la posibilidad de expresarse sin ambages y ahondar en las posibilidades que le ofrece la música, de ahí que su interpretación en directo resulte una nueva experiencia para el espectador dados los numerosos matices que van asomando. «En cada nueva actuación la música se convierte en una experiencia diferente», comenta Albert Cirera, quien se inició en el aprendizaje del violín siendo un chaval y luego, ya adolescente, se decantó por el saxo, instrumento que ha sido protagonista de su enorme recorrido como músico. La variedad preside el desarrollo de la Suite Salada y son abundantes las texturas sonoras que la surcan, algo que le otorga fecundidad y relevancia. «Buscamos que cada pasaje tenga su identidad y su fuerza. Desde luego, se trata de una obra donde la contribución de todos los músicos adquiere una dimensión descomunal. Tengo la suerte de contar con músicos que tocan la música que yo quiero escuchar. En cada concierto te sorprenden por el camino que toman y las ideas que aportan. La relación que se establece entre todos nosotros sobre el escenario es de total confianza. Somos cuatro compañeros que se embarcan en un viaje hacia lo desconocido. Sabemos que hemos de llegar a determinadas piezas pero no cómo vamos a entrar en ellas y salir de ellas. Es una emoción y un juego, sobre todo».

«En el jazz y la música improvisada he encontrado la libertad para poder hacer lo que siento. También el juego. Para mí es muy importante jugar con unos materiales, que componen la música, y a partir de ahí disfrutar, buscar otras formas y descubrir nuevas cosas», indica Albert Cirera, parte de cuyo prestigio se sustenta en los numerosos logros que ha alcanzado como improvisador en el campo de las vanguardias. Su carrera se significa por la suma permanente de proyectos de diferente índole (como Cicerot, Albert Cirera Lisbon Trio, sus colaboraciones con Agustí Fernández, Duot, Kamarilla…) que le permite ejercer como aventurero en un territorio, el de la música, que aún sigue desatando su asombro y en cuyo recorrido no rehúye jamás el riesgo. «Siempre he sido una persona muy inquieta y siempre he estado relacionado con muchos proyectos al mismo tiempo, algo que me ha permitido ir más allá y descubrir cosas nuevas». Muy lejos quedan ya los tiempos en que aspiraba a tocar el saxo en el grupo de ska a su hermano, cuando ni se imaginaba que el camino que iba a recorrer acabaría siendo tan copioso en referencias como intenso. «Estoy contento con lo realizado hasta ahora. Jamás pensé que podría llegar a donde estoy ahora. No tengo ni idea de qué va a pasar en los próximos años. Sólo quiero situarme en cada momento, en lo que está pasando ahora, y disfrutar de él. Siempre hay momentos de montaña rusa. Es inevitable. La vida del músico es un constante aprendizaje. Yo voy a vivirla según llegue. Siempre una página en blanco por delante».

Ejerce como intérprete, como improvisador y como compositor. «La suma de todas estas facetas es lo que soy yo como músico», recalca un músico que siempre intenta «aportar algo desde mi inquietud y desde lo que yo soy. Pero como vamos cambiando supongo que mi voz musical va cambiando también. Una voz propia debo tener pero no sé muy bien cuál es».
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