Que hubiera una cochera de Martiniano significaba que había otra cochera, en este caso Las Cocheras, de la otra empresa, Reyero. Dos coches de línea diferentes, uno subía hasta Cármenes por Villamanín y el otro por Matallana.
No es una cochera lo que desaparece, es la memoria de otras formas de vida, de cuando llegaban cada día dos coches de línea, donde estuvo el camión de Mael... sólo hay escombroSólo el relato del enunciado de la situación ya habla de otros tiempos, dos coches de línea —llenos tantas veces—, dos empresas, varias cocheras... Por eso, cuando estos días se reabrieron los enormes portones para tirar las paredes que ya eran un verdadero peligro ante la amenaza de ruina y quedó al descubierto aquella enorme nave llena de escombros y emergieron un camión de la Transportes Salcedo y un entrañable Dos Caballos lo que ocurrió es que se dispararon los recuerdos y las nostalgias. La añoranza de lo perdido. La memoria de personajes como Mael, el creador de Transportes Salcedo, un prodigio deimaginación que a la primera furgoneta que tuvo le rotuló en la puerta el número 17 para dar sensación de "imperio del transporte". Había que conocerlo para entender la ironía.
Primero abandonó Martiniano (la empresa Fernández) y guardaba allí su autobús Reyero, pero tampoco Reyero con el tiempo dejó los autobuses a dormir allí. Los hijos de Salcedo se fueron a La Robla...
En Villamanín, en un espacio hermano nació el Museo Etnográfico que allí sigue, esta otra cochera la compró un particular y su futuro nadie lo conoce pero no hay más que ver las fotografías y pensar en que su futuro no parece precisamente halagüeño o brillante.
Unos le llaman el signo de los tiempos, otros la España Vaciada, la gente que pasa y mira... nada.
