El abuelo que narraba a Mozart

La nueva producción de ‘La flauta mágica’ del Festival de Salzburgo introduce la figura de un anciano que lee la historia a sus nietos. Este jueves podrá verse en Cines Van Gogh

Javier Heras
30/11/2023
 Actualizado a 30/11/2023
Una imagen del montaje de ‘La flauta mágica’ de Mozart. | SANDRA THEN
Una imagen del montaje de ‘La flauta mágica’ de Mozart. | SANDRA THEN

En ‘La princesa prometida’, filme icónico de los 80, la acción se estructura en torno a un abuelo que lee el cuento a su nieto. La directora estadounidense Lydia Steier (1979) se fijó en ese narrador y lo utiliza en su montaje de ‘La flauta mágica’ para el Festival de Salzburgo. Su voz acorta o directamente reemplaza los diálogos hablados en alemán, siempre problemáticos en este singspiel, un género que, como la zarzuela española, alterna pasajes cantados y hablados. Estrenado en 1791 en Viena, mantiene la popularidad gracias a su mensaje humanista, sus personajes carismáticos y una partitura sofisticada y muy atrevida. Sin embargo, pone difícil encontrar el tono adecuado, debido a su argumento, que a la vez es sencillo como un cuento pero también profundo, repleto de símbolos de la masonería y de reflexiones morales.

Este jueves, Cines Van Gogh retransmite una grabación de verano de 2022 desde la patria natal de Mozart. El canto de cisne del compositor de ‘Don Giovanni’ está íntimamente ligado a este certamen; de hecho es el más representado de su Historia: más de 230 funciones desde hace un siglo, y 18 producciones escénicas diferentes. Para la edición de 2022, la última con Helga Rabl-Stadler como presidenta (un puesto que había ocupado durante dos décadas), apostaron por un valor seguro: el montaje de Lydia Steier ya estrenado cuatro años antes.

La regista, premiada por la revista Opernwelt, sitúa la trama en los albores de la I Guerra Mundial, «tiempos inestables y aterradores, como los de hoy», declaraba en rueda de prensa. Steier se rodea de un equipo netamente femenino: la escenógrafa Katharina Schlipf –con su decorado giratorio de dos alturas que recuerda a Mary Poppins– y la figurinista Úrsula Kudrna, que apuesta por los colores vivos en un vestuario pintoresco y naïf. Al frente de la Filarmónica de Viena, la alemana Joana Mallwitz (1986), con quien ya trabajó en la ‘Aida’ de Heidelberg en 2012, y que aquí convenció el verano pasado con su lectura de ‘Così fan tutte’. Su sonido trabajado y homogéneo explica su rápido ascenso: en Erfurt (2015) ya había sido la directora más joven de cualquier teatro europeo. Después de pasar por Nuremberg (2018), este año ha asumido la titularidad de la Orquesta del Konzerthaus de Berlín. 

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Entre los cantantes, los focos se dirigen al bajo Tareq Nazmi (1983). De origen kuwaití, se formó en la cantera de la Ópera de Múnich y ya ha recibido los elogios de Riccardo Muti o de Teodor Currentzis. En el Liceu de Barcelona deslumbró recientemente con un concierto de lieder, gracias a su perfil lírico, su fraseo sin afectación, su dominio de los graves y las dinámicas y su dicción nítida. No sorprendería que del noble Sarastro dé el salto a papeles wagnerianos, gracias a su expresividad y volumen. En el resto del elenco destacan el tenor suizo Mauro Peter (1988), como Tamino, y su compatriota Regula Mühlemann (1986). Niña bonita de Salzburgo desde que debutase con apenas 25 años como Papagena en ‘El laberinto’, de Peter von Winter, una suerte de secuela de ‘La flauta’, demuestra un timbre brillante, energía y lirismo en la piel de la heroína Pamina. También merecen ser mencionados los tres nietos, pertenecientes a los Niños Cantores de Viena

«Esta ópera singular puede explicarse de dos maneras: como una sencilla comedia con figuras surgidas de la fantasía, ingenua, popular, exótica; y como una obra filosófica cuyo sentido más profundo está velado intencionadamente: (…) el bien y el mal, los esfuerzos del hombre por alcanzar la perfección». El musicólogo Kurt Pahlen atinaba con su análisis: el libreto parece infantil, pero oculta una jornada de iniciación a la masonería. Tanto el compositor como Emanuel Schikaneder –actor, empresario y aquí libretista– pertenecían a una sociedad secreta, y su intención era propagandística: el Imperio austríaco había prohibido las logias, convencido de que estaban detrás de la toma de la Bastilla. 

‘La flauta mágica’  ensalza sus rituales, su vocabulario y la mística del número tres: tres damas, tres niños, tres virtudes, tres puertas... ¿Cómo comienza? Con tres acordes en Mi bemol mayor, tonalidad que tiene tres bemoles. Aparte de su propia experiencia, Schikaneder se basó en la novela ‘Sethos’, del abate Jean Terrasson (1731), y en la colección de cuentos ‘Dschinnistan’ (1789), del poeta Christoph Wieland. En cuanto a la partitura, Mozart la escribió poco antes de morir. Pese a su enfermedad, demostró una madurez musical sin precedentes. Entre sus innovaciones, el uso de los leitmotive, la caracterización de los personajes mediante el canto y la creación de ambientes con la orquesta.

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