"Cuando un pueblo quiere se puede hacer el cielo... de madera"

Abadengo y Palacio de Torío han celebrado este fin de semana sus fiestas con una tradicional procesión que finaliza en la iglesia de San Andrés y sirvió para ‘inaugurar’ un espectacular artesonado, fruto de una ejemplar colaboración

22/04/2025
 Actualizado a 22/04/2025
Espectacular artesonado que puede disfrutarse en la parroquia de San Andrés Apóstol perteneciente a Palacio de Torío y Abadengo. | F. FERNÁNDEZ
Espectacular artesonado que puede disfrutarse en la parroquia de San Andrés Apóstol perteneciente a Palacio de Torío y Abadengo. | F. FERNÁNDEZ

Cuando ‘don César’, el párroco de Abadengo y Palacio de Torío, cerró los actos de la tradicional procesión entre la ermita de San Mamés y la parroquia de San Andrés, en estas dos localidades, miró al cielo de madera de la iglesia, a su espectacular artesonado, y comentó a los numerosos vecinos que llenaban el templo: "Nada que ver esta iglesia, como está hoy, con el aspecto que presentaba estos años. El artesonado, recién acabado, y otras mejoras, más algunas que faltan. Recuerdo a tantos que han colaborado, a Frank por supuesto, pero a tantos otros. Cuántas horas, cuántas llamadas, a Iberdrola por ejemplo. Mereció la pena". Y en ese momento un emotivo y espontáneo aplauso interrumpió sus palabras, era el agradecimiento de un pueblo (unos pueblos, Abadengo y Palacio) que celebraban que ya se ve la luz de unas obras que no fueron fáciles de sacar adelante. Mucho dinero, mucho tiempo...  

Manolo, de 92 años, recuerda que acude a esa procesión cada año y "ese techo, el artesonado que le dicen, es una maravilla. Dicen que es como el del hostal de San Marcos. Es que Frank es un artista".
 
Frank (o Fran), por cierto, se llama Wieslaw Jan Zabek, es un excelente artesano de la madera, polaco, afincado en Palacio; y el hombre no pudo estar en la fiesta pues tuvo que irse a Polonia por un asunto familiar. Pero estaba en la mente de todos, también en la de sus maestros Agustín Castellanos Miguélez y Ricardo Camba Vallinas, que fueron quienes colaboraron en montar el artesonado en un curso del Centro de los Oficios, algo similar a lo que habían hecho en Valcabado del Páramo o la cercana ermita de Las Angustias de Villaverde de Arriba.

Ésa sería, por así decirlo, la parte ‘técnica’ pero en paralelo se fue produciendo un ejemplo de colaboración a todos los niveles: juntas vecinales, parroquias, asociaciones, vecinos, "hasta el obispado, con lo que cuesta que suelte la pasta", bromea uno de ellos.

El espectacular artesonado ya en el techo del templo. | F. FERNÁNDEZ
El espectacular artesonado ya en el techo del templo. | F. FERNÁNDEZ



En el origen hay una espoleta. Un vecino —que quiere ser anónimo— hizo un importante donativo para el campanario y las campanas. Un gesto que pone en marcha más ideas. Fran, que ha colaborado habitualmente con el Centro de los Oficios, insiste en una iniciativa similar a, por ejemplo, Valcabado. "Y los locos de las dos juntas vecinales nos sumamos, sin imaginar los dolores de cabeza", cuentan Óscar Fernández Bandera y José Tomás Fernández Vélez, presidentes de Palacio y Abadengo, respectivamente. "Han sido ocho años de dar vueltas, buscar soluciones, crear asociaciones, vender todo lo vendible —de tejas a pulseras— y pasar el proyecto para rematar a la siguiente Junta, con Anabel Valbuena, que se suma con las mismas ganas... y poniendo para la obra lo que le vaya tocando". Y la Fundación Cepa González Díez, que siempre tiene las puertas abiertas.

Y a la hora de ponerle nombres al camino recorrido, además del párroco o Fran, se repite uno: Carmen Valbuena, periodista, antigua compañera en La Crónica de León, vecina de Palacio, entusiasta de la iniciativa, ‘la de la casa de enfrente’ de la Iglesia, por lo que "todo acaba en ella", creadora de la Asociación San Martino que agiliza algunos trámites y organizar iniciativas. 

La ventaja de ser del gremio. Ella nos escribe, ¿quién mejor?, la sensación de lo ocurrido: "Hoy la Virgen de la Encarnación sonríe, especialmente orgullosa, camino de la que será su casa durante una semana, La parroquia de San Andrés Apóstol, perteneciente a las pedanías de Abadengo y Palacio de Torío. Se trata de un templo del siglo XVIII, que se encontraba en condiciones muy deficientes y que, gracias a la iniciativa popular ha logrado ser restaurada en el último año. Las juntas vecinales de ambos pueblos se han encargado de abonar el importe de la madera necesaria para la nueva cubierta, la cual fue construida en el Taller de carpintería del Centro Los Oficios del Ayuntamiento de León, en el verano del 2023. Un año antes, ambos maestros y carpinteros recibieron el premio Richard H.Driechus, de artes de la Construcción por su labor de Recuperación y difusión de la tradición ebanista Española".

Y Fran sonríe desde Polonia. Se ha dejado muchas horas en este nuevo cielo de madera para su pueblo leonés. "El montaje de la armadura se encargó la empresa de carpintería local Zabek Estructuras (la de Fran) con la colaboración de los vecinos de las dos localidades de Palacio y Abadengo y presupuesto del Obispado".
 
La armadura está realizada en madera de pino y madera de abeto alistonado con un acabado de laxur al agua para darle un tono de color.

Agustín Castellanos, por su parte, nos regala la explicación técnica que, vaya por delante, no te preocupes si no la entiendes, lo mejor es que vayas a ver el artesonado y lo defines más rápido, una maravilla, otra de maestros con los tres padres de la obra en el apartado de carpintería. "Es una estructura a dos aguas, con estribado atirantado con dobles tirantes sobre canes moldurados. Los faldones están realizados con la técnica de par y nudillo, muy frecuente en las armaduras de cubierta históricas españolas desde la edad media. Y está decorada con motivos de lacería de estrellas de ocho apeinazadas, ya que se combinan las piezas estructurales: pares, nudillos y peinazos con taujeles o pequeños listones complementarios para desarrollar una composición de geometrías que generan la ilusión del entrelazo".
 
Es bella hasta la explicación. 

No extraña el orgullo de los vecinos. Se hizo largo el camino, pero merece la pena. Manolo, el de los 92 años, me echa el alto: "¿Usted ha visto algo mejor? Pues para el año que viene aquí le espero".
- ¿Cómo fue posible?
- Cuando un pueblo quiere... todo es posible. Y si son dos, ni te cuento. 
- ¿Se puede hacer el cielo?
- Claro, eso sí, de madera. 

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