Ni tópica, ni esperada, ni habitual es la Romería de los Pájaros que hace cuatro años inventaron en un pueblo que en los libros figura como Paradilla de Gordón pero en su concepción del lugar siempre definen como la República Independiente de Paradilla, un rincón angosto y elevado, con una carretera estrecha y maltratada, al que se accede en madreñas... al menos para participar en esta fiesta que hoy mismo celebra su IV Edición de la Romería de los Pájaros, que así es como siempre se ha conocido popularmente a los habitantes de este pequeño pueblo que en invierno no llega a la media docena de habitantes, de varias nacionalidades, con una de las bibliotecas ubicadas a más altura del país y un teleclub en el que siempre pueden pasar cosas. Buenas, por supuesto.

Una vez ‘tomada’ la República, en madreñas como se ha apuntado, llega el momento de ir disfrutando de las diversas aventuras que propone el programa y que comienzan con amasar el espíritu con un concierto de música folk que dará comienzo hacia las doce y cuarto para adentrase en el mundo de la magia cuando a los músicos que se les acabe el fuelle. O las ganas.
Y del espíritu... al estómago. A las tres de la tarde llega la hora de comer y la propuesta de menú es de cordero y pulpo a precios muy asequibles para todos los asistentes.
Después de la siesta, o lo que corresponda, volverá la música, hacia las cinco, con un grande de la acordeón, el maestro Norberto Magín, que acompañará el vuelo de los pájaros hasta que llegue el momento del filandón final, el que pone el broche a las actividades oficiales y abre el desván de las extraoficiales que, como corresponde, no vienen recogidas en el programa oficial, aunque circulan todo tipo de leyendas urbanas sobre lo que allí puede ocurrir.
Y este cierre en forma de filandón será conducido por Manu Ferrero, a él le corresponde hacerlo pues también es el autor de la novedad de esta edición, la presentación de la leyenda (bilingüe) de ‘El Trasgu de Paradilla’, que le pone voz y vida a la escultura que hace un tiempo colocó allí el escultor Amancio González, lo que consolida el carácter especial del lugar, de la República. La traducción del español al leonés es obra de Nicolás Bartolomé Pérez, las ilustraciones de Diego Arias Refoyo y sobre la obra Manu Ferrero explica que ha querido ser fiel al aroma mágico que sobrevuela Paradilla y ha dotado a su trasgu de un carácter "bromista e ingenioso, con gran protagonismo asimismo al entorno en el que vive, que no deja de ser uno de los más bellos de todo León y en el que viven gentes que, hazme caso, no tienen ningún desperdicio".