"1934 no fue solo ‘la revolución de Asturias’, en León fue importante"

‘1934. La revolución de los mineros’ es el título de un libro de reciente aparición escrito por Wenceslao Álvarez Oblanca y Víctor del Reguero en el que, a través de documentos inéditos hasta ahora desvelan minuciosamente el día a día en León de aquella revuelta que también fue muy importante en León, no solo en Asturias

Fulgencio Fernández
02/05/2023
 Actualizado a 02/05/2023
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De la mano (y la edición)del activo Club Xeitu de Laciana acaba de llegar a las librerías un importante trabajo de investigación sobre la ‘revolución del 34’ de la mano de los investigadores Wenceslao Álvarez Oblanca y Víctor del Reguero, con el título de ‘Laciana-León. 1934. La revolución de los mineros’en el que ofrecen novedosas aportaciones sobre «el viaje que cientos de mineros emprendieron la noche del 5 al 6 de octubre de 1934 desde Villaseca de Laciana hasta León para participar en la toma de la ciudad»; lo que han bautizado como «cien kilómetros de revolución». Un grupo realmente numeroso, según explican desde Xeitu, pues «participaron entre 3.000 y 4.000 mineros. La caravana, formada por un coche, tres camionetas requisadas y el coche de línea de Beltrán, que había sido interceptado en su ruta diaria, tardó prácticamente toda la noche en cubrir los cien kilómetros que separaban Villaseca de Laciana de León. El motivo, las paradas que los trabajadores hicieron en varios pueblos como Piedrafita de Babia o La Magdalena para requisar armas. Al amanecer llegaron a la Venta de la María, una antigua fonda a las afueras de León, donde se detuvieron en espera de instrucciones para consumar su propósito: participar en la toma de la ciudad y el aeródromo de La Virgen del Camino». Sin embargo, sorpresivamente las instrucciones fueron las contrarias a lo esperado «por lo que los mineros tuvieron que desandar el camino y regresar a Laciana. Fueron sorprendidos en La Magdalena por un grupo de guardias civiles. En el tiroteo fallecería Máximo Soto, presidente de las Juventudes Socialistas de Villaseca. A su llegada a la zona, donde los revolucionarios habían declarado la ‘revolución social’, mantendrían su control hasta que el 11 de octubre sendas columnas militares avanzarían desde Ponferrada y León. En la intervención fue decisivo el papel de varios aviones que bombardearon Villaseca de Laciana con el objetivo de dispersar a los revolucionarios».

En el relato de los hechos queda patente uno de los objetivos del libro, «una reivindicación de la repercusión que los sucesos revolucionarios de octubre de 1934 tuvieron en la provincia de León. En contra de la creencia general de que tal acontecimiento histórico solamente tuvo lugar en Asturias, hasta el punto de que para muchos la revolución de 1934 es “la revolución de Asturias”, esta tuvo un amplio seguimiento en la provincia, sobre todo en las cuencas mineras, donde se congregaba el grueso de la clase obrera, y donde la movilización fue total».

El libro documenta con todo detalle el viaje decientos de mineros, en la noche del 5 al 6 de octubre de 1934, desde Laciana hasta León para participar en la toma de la ciudadTodos estos detalles y otros aún más minuciosos —hasta el taxi que cogieron, por ejemplo— han sido posibles gracias a los testimonios escritos, en primera persona, del minero asturiano Antonio Fernández y el pintor Modesto Cadenas, «dos de los principales actores de la revolución de 1934 en León. Álvarez Oblanca y Del Reguero han realizado con ellos una edición crítica que complementa lo que ellos dejaron escrito hace noventa años, con 250 notas y numerosos documentos y fotografías, para componer las 152 páginas del libro que lleva una evocadora portada de Manuel Sierra.

Explican los autores que «además del minucioso relato los textos originales de Antonio Fernández y Modesto Cadenas se detienen en explicar los preparativos del movimiento revolucionario en el seno de las organizaciones socialistas, con sus reuniones, sus planes y sus carencias. Luego, frustrado el primer plan de asalto sobre la ciudad, el 5 y 6 de octubre, las vicisitudes de los días siguientes ocultos en los alrededores –San Andrés del Rabanedo, Armunia, Carrizo de la Ribera, Rioseco de Tapia…– hasta conseguir escapar a Babia y Laciana, donde permanecerían hasta el final del movimiento».

Los citados documentos habían sidoincautados en 1936 y se conservaban en el Archivo Intermedio Militar Norte, en Ferrol, engarzados en uno de los voluminosos expedientes de represaliados en la provincia que allí se custodian. «A través de ellos se ha recuperado la identidad y en muchos casos el rostro no solo de los dirigentes socialistas, sino de mineros y obreros que participaron de una u otra forma en el movimiento revolucionario. Por las páginas del libro desfilan desde Alfredo Nistal y su dudoso papel como máximo responsable provincial, hasta el entonces alcalde de San Andrés del Rabanedo, Carlos Valle, anarquistas como Florentino Monroy o Julio González, o los conductores de los coches con los que los revolucionarios hacían llegar sus mensajes en clave a los distintos puntos de la provincia. Además, se destaca el papel que jugaron algunas mujeres, como Celsa y Consuelo Bernardo, cuya intervención fue providencial para sacar las armas ocultas en un piso de la Plaza Mayor de León».

Un impagable trabajo basado en los testimonios de estos dirigentes socialistas leoneses y miembros del comité revolucionario provincial en 1934. Después de aquellos hechos los dos pudieron exiliarse a Francia y Bélgica, hasta la amnistía que la victoria del Frente Popular trajo en 1936. De nuevo en León, serían detenidos unos meses después, al producirse la sublevación, y condenados a muerte en consejo de guerra, fusilados el mismo día, el 21 de noviembre de 1936, en el campo de tiro de Puente Castro.
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