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Lealtades políticas

19/06/2021
 Actualizado a 19/06/2021
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¿A quién debe lealtad un político? Esta pregunta trampa sobrevuela nuestras cabezas cada vez que se dan situaciones en las que los propios políticos se la exigen a los de su misma especie o acontecimientos en los que sin mencionarse explícitamente, la ruleta rusa de las lealtades adquiere un protagonismo indudable. El último hecho que ha traído a la actualidad este debate ha sido la declaración de amor a la leonesa que le hizo el alcalde de la capital José Antonio Diez al ministro Ábalos en su última visita al terruño leonés y que tuvo como respuesta unas cariñosas amenazas de un miembro del séquito ministerial.

Si ambos protagonistas, alcalde y ministro, no compartieran partido político, todo hubiera quedado como una trifulca más entre rivales ideológicos y al día siguiente ya se habría olvidado. Pero lo que ha hecho que este episodio haya trascendido a otro nivel es que en el bolsillo de ambos hay un carné con idénticas siglas políticas. Lo que me plantea ciertas dudas razonables.

¿A quién le debe lealtad por encima de todo José Antonio Diez? ¿A los leoneses, le hayan votado o no, o a su partido? ¿Es ético que un político se desvíe de la disciplina de partido o ésta no es más que una dictadura disfrazada de supuesta unidad ideológica? ¿Es inteligente enfrentarse al aparato del partido o al hacerlo estás firmando tu sentencia de muerte? ¿Faltan más políticos valientes de los grandes partidos que antepongan su tierra y los intereses de sus vecinos o esta actitud queda reservada únicamente para los integrantes de agrupaciones nacionalistas? ¿La ciudad de León será víctima de represalias orquestadas desde Moncloa y su alcalde purgado internamente o, tras este grito desesperado, que no lloriqueo, conseguiremos mamar algo?

Muchas preguntas, demasiadas incertidumbres pero también alguna certeza, que es en las que voy a detenerme. La política, bien entendida, debería tener como fin el servir a los ciudadanos y no a los partidos ni a los políticos. Existen dos maneras de ejercer la política, pensando en el interés general o en el personal, anteponiendo la supervivencia política a cualquier otro aspecto. El dinero con el que los que mandan riegan unos y otros territorios a su antojo no es suyo, sino de la ciudadanía y por lo tanto debe ser usado pensando únicamente en el beneficio de ésta. A pesar de que todas estas aseveraciones son perogrulladas, visto lo visto es necesario incidir en ellas, para que tanto los políticos como los votantes las tengamos en cuenta a la hora de tomar decisiones.
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