Hay tendencia en las redacciones de los periódicos —yo diría convencimiento— a defender que las noticias que más llegan a los lectores son las que han dado en llamar «noticias humanas».
Otra cosa es lo que se entiende por noticias humanas que, seguramente, hay tan pocas que vamos abriendo el abanico hasta extremos difíciles de entender lejos de las puertas de las redacciones. Lo que sí hay cuando se acude a las noticias humanas es el convencimiento de que en el día a día de las instituciones, tan empeñadas en que les cursemos visita día tras día, hay «poco que rascar». Era aquello que el gran López definía tan bien cuando regresaba de un conflicto o tragedia en cualquier rincón del mundo y cuando le preguntabas «¿qué tal López?» indefectiblemente respondía: «Bien, lo duro está aquí compañero» y te mostraba las tareas del día que comenzaban con una rueda de prensa del concejal de algún ramo que se sentía ofendido porque le daba la gana y nos lo quería contar.
Noticias humanas son que un perro regresó a su casa desde decenas de kilómetros, desde muchos kilómetros de distancia, siguiendo su instinto y su fidelidad al mandamiento de que es el mejor amigo del hombre. Noticias humanas son que una vaca trae tres terneros vivos...
Noticias humanas son que las ranas y los sapos se suban a los tejados para ver pasar la vida. Sobre todo si son de hierro.
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