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La trilogía sexual de las elecciones

21/03/2019
 Actualizado a 12/09/2019
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Pensándolo bien, unas elecciones dan para una trilogía o para una de esas miniseries que tan de moda están actualmente. Porque antes de llegar al supuesto orgasmo democrático, que recorre todos los centímetros de nuestra piel cuando depositamos nuestro voto en la urna, han acaecido unos juegos preliminares que nos han puesto a tono, luego llega el momento inefable de placer máximo que da paso irremediablemente al ‘después’, con todas sus consecuencias. En definitiva, tres actos bien diferenciados, en los que los protagonistas no siempre son los mismos, ya que en dichos preliminares hay algunos amantes políticos que quedan por el camino, ya sea por errores propios, por deseos de otros o simplemente porque no tocaron la zona erógena adecuada de aquel o aquella que al final, con pitillo en la mano y apoyado en el cabecero de la cama, decide quién sí y quién no va a estar en cuerpo presente el Día D. Pero vayamos por partes.

En los preparativos una de las frases que mejor define cómo es este proceso la formuló hace ya algunas décadas el ministro Pío Cabanillas cuando soltó sin complejos ese «al suelo, que vienen los nuestros». Pues eso, es en estos momentos previos cuando los amantes tienen que tener más cuidado de sus compañeros de cama ideológica, ya que en su lucha por conseguir ser elegidos por el dedo de su gran líder vale todo. Unos se apoyan en la militancia, otros en su experiencia o en sus contactos en la capital e incluso hay algunos, y en León tenemos experiencia en eso, se juegan todo a la carta de «sé demasiado y si no soy uno de los participantes de la orgía del Día D canto la Traviata».

El problema es matemático. En cada cama local, autonómica, nacional o europea el espacio es limitado y no entran todos, así que por el camino muchos van cayéndose al suelo por los empujones dados de frente o por la espalda por sus compañeros de fatiga. Eso sí, antes de caerse de la cama también cabe la opción de dar un salto de una a otra, un comodín que sólo tienen algunos afortunados, váyase a saber porqué y que cada uno piense lo que quiera. Miren si no lo ocurrido en el PSOE leonés. Dos luchaban por la misma cama del Congreso con argumentos antagónicos, uno escudándose en la militancia y otro en Ferraz. Al final, el pez chico ganó al grande, pero no se preocupen, que el grande, con la ayuda del colega Sánchez, dio un salto para acomodarse en la siempre cómoda y adinerada cama europea. Lo de después ya es un clásico, elogiar al que hasta hace unas horas intentabas hacerle de todo sin vaselina y justificar tu valía para ocupar el puesto asignado. Que te mandan para el Congreso «yo he sido un ferviente defensor de la política que se desarrolla en el Congreso». Que te mandan para el Senado «la gente está equivocada y en el Senado también se hace política en mayúsculas». Que te mandan a Europa, «yo siempre he sido un europeísta, incluso antes de que existiera Europa».

Y sobre los preparativos protagonizados por las primarias, visto lo visto últimamente en nuestra comunidad autónoma y en otros lugares de España, estos pueden ser más peligrosos que entrar en un cuarto oscuro, donde puedes encontrar de todo o lo que es peor, que te encuentre a ti lo que nunca has buscado. Y en este caso, ya saben la nueva versión de «los experimentos en casa y con gaseosa» que nos han obligado a reformular los naranjitos, «los experimentos en casa y con Mirinda».

Una vez dejados atrás los besos con y sin amor, las caricias más o menos cariñosas, los susurros falsos o sinceros y alguna traición que otra, llegan los protagonistas al Día D, en el que todos buscan el orgasmo de ser elegidos, pero que no todos consiguen, sufriendo más de uno un gatillazo de esos de los que cuesta digerir. Al final, resulta que son mucho más emocionantes y apasionados los preparativos que el día en el que millones de mirones meten su voto en una urna. Pero por suerte, esto dura poco ya que tras el orgasmo, a las pocas horas comienza un nuevo apareamiento, pero en esta ocasión con los otros, no con los compañeros de partido.

La tercera parte de la trilogía también es muy interesante ya que nos regala momentos de seducción, intercambio de miradas, brazos abiertos, puños cerrados, negociaciones todas ellas interesadas, besos llenos de hipocresía y búsqueda forzada y artificial de objetivos comunes aunque en los preparativos juraran que «never, never, never» se acostarían juntos con ese o aquel partido... Pero para eso está el preservativo de «hago esto pensando en el interés general de la ciudadanía», que te protege de todo y que te da patente de corso para hacer justo lo contrario de aquello que prometiste a esos mirones que el Día D se te declararon con una papeleta de amor.
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