La reina maltratada

14/12/2022
 Actualizado a 14/12/2022
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¿Quién no ha empezado un curso por correspondencia para aprender a tocar la guitarra?, ¿quién con el paso del tiempo no ha intentado lo mismo con los tutoriales de Internet (con el mismo resultado, por cierto?, ¿quién no tiene olvidado en alguna caja del desván los primeros fascículos del curso de guitarra que después abandonó, justo al lado de otros fascículo similares de los cursos de inglés?, ¿quién duda que en CCC, CEAC o similares se hicieron millonarios a base de vender casa por casa estos dos cursos para dominar la guitarra en unos meses y el inglés en unas semanas más?, ¿quién no tiene una guitarra desafinada colgada en la pared?, ¿quién después de fracasar con la española no lo intentó con la eléctrica?

¿Quién no superó su frustración ante los fracasos evidentes tocando la guitarra sin guitarra, punteando sobre el escenario sobre los vaqueros con gesto de éxtasis que para sí quisieran Jimmy Hendrix, Eric Clapton, Chuck Berry o nuestro Paco de Lucía mientras el sonido con la boca suena tan desafinada como la guitarra que sigue colgada en la pared?

¿Quién no creyó que era absolutamente cierto que los nuevos tiempos en aquella iglesia anclada en los viejos ritos llegó cuando entraron en el templo las guitarras en los coros juveniles que en vez de interpretar canciones de Cecilia y María Ostiz en los famosos fuegos de campamentos pasaron a los acordes del Oh Happy Day, Alabaré o Juntos como hermanos?

La guitarra. Nadie ha sufrido más abandonos y agresiones al rasgar sus cuerdas. Nadie merece más homenajes y que le hagan guardia mientras las verdaderos maestros llegan al escenario.
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