La oca que ya jugaban los abuelos de los abuelos

El juego de la oca es el protagonista de una exposición que esta semana llega al Museo Etnográfico de Mansilla desde la Fundación Joaquín Díaz de Ureña

Fulgencio Fernández
07/10/2019
 Actualizado a 07/10/2019
La muestra acoge juegos de la oca de épocas muy diversas y muy antiguas.
La muestra acoge juegos de la oca de épocas muy diversas y muy antiguas.
«Un tablero en espiral con forma de medio caracol, o sierpe enroscada y con un número de casillas que tienen un significado calendárico (comúnmente, desde nuestro siglo XVI es de 63 y 64 divisiones). Por ello, ya expusimos que el origen de La Oca estaba en los calendarios y juegos minoico-micénicos, analizando como ejemplo de posible tablero el Disco de Festos (del siglo XIX a. J.C.). Pero, el tiempo y el estudio nos han convencido de que estos calendarios–chaquetes griegos y minoicos de principios del segundo milenio a J.C., tienen sus antecesores directos en otros Egipcios muy similares, mil o dos mil años más antiguos». Esta es la definiciónque del juego de la oca hace uno de los mayores expertos yestudioso de este juego, Ángel Gómez Morán, habitual colaborador de la Fundación Joaquín Díaz, de Ureña.

Y es precisamente esta Fundación que lleva el nombre del gran musicólogo la que apadrina la llegada este miércoles al Museo Etonográfico Provincial de Mansilla de una gran muestra dedicada a este juego. Explican desde el Etnográfico que «Se trata de una selección de tableros europeos, de Italia, Francia, Holanda, Inglaterra y España, conteniendo uno de los juegos más entretenidos de la historia al que se han atribuido desde su origen muchas aplicaciones adivinatorias, educativas o lúdicas. Muchos escritos parecen relacionar los juegos de este tipo con el Camino de Santiago, los Templarios y otras fuentes esotéricas como el Tarot», a la que el museo leonés ha añadido nuevas piezas y montaje museográfico.

Precisamente el catálogo de esta muestra, de hace una década, está agotado en la Fundación Joaquín Díaz dado el interés que despertó, uno de los autores que participa en el mismo es el citado Gómez Morán.

Por su parte, la ya repetida fundación explica que «el juego de la Oca pertenece a ese tipo de diversiones que son una metáfora de la vida en sociedad y de la comunicación a través de relatos: tiene un principio y un fin, están presentes los animales y la naturaleza, son frecuentes los obstáculos (peligro de no poder movernos, suerte o desgracia) y sobre todo representa el viaje laberíntico de la existencia con sus variantes imprevisibles» y añade sobre su antigüedad que la «de juegos similares está muy documentada y, hasta que aparecen algunos tableros en Italia en el siglo XVI que difunden el nombre actual de la Oca, muchos escritos parecen asimilar los juegos de este tipo al Camino de Santiago, a los Templarios y a otras fuentes esotéricas como el Tarot, pero también a divertimentos como la lotería (recordemos el auca del sol y de la luna) o los tableros franceses e italianos del mochuelo. ‘Auca’ es palabra que designa en catalán a la oca y a la lechuza u ‘oliba (así llamada porque decían que robaba el aceite de las lámparas de las iglesias), pero también a los pliegos de aleluyas, comienzo de las loterías y juegos de la oca en España.Basado aparentemente en la suerte de dos dados, el juego pretendía ser un remedo del propio camino de la vida y sus obstáculos, representados por 63 casillas cuyo número no era arbitrario».

Por su parte, otra gran estudioso, Faustino Merchán Gabaldón, incide en este mismo aspecto al señalar que «desde que se popularizara en Francia e Italia en los siglos XVII y XVIII, el Juego de la Oca se ha identificado con la propia vida del ser humano, llena de pruebas y dificultades, recompensas y atajos, como los que pueblan las 63 casillas del tablero. (...) El origen del juego se atribuye a los templarios, guardianes del Lugares Santos de Jerusalem, así como de los caminos que conducían a los mismos, área geográfica de donde procede este juego. (...) En el juego de la oca, como en el Camino de Santiago, hay un peregrinaje, un recorrido que se hace (o se hacía) una vez en la vida y que llevaba a la gente a reconvertir su existencia, a cambiar de hábitos y entrar en un mundo nuevo».

El propio JoaquínDíaz opina que «siempre se ha unido el Camino, que tiene muchos lugares que se refieren a las ocas con el juego», si bien matiza que « aunque no haya una razón clara para ello».

Merchán Gabaldón ofrece su interpretación del juego ante los datos que ha investigado. «El tablero es una carta geográfica, lo que hoy podíamos entender como una guía de viaje, que permite realizar el antiguo Callis Ianus, el Sendero de Jano, explica Sánchez Montaña, convencido de que esa ruta unía Oriente y Occidente. Finisterre ya se conocía en la cultura sumeria hace seis mil años y, posteriormente, en la egipcia y en la celta».

Todo un mundo encerrado en lo que parecía un simple juego, que tantas noches de invierno ha llenado en nuestra tierra y entretenido a varias generaciones alrededor de un tablero de 63 casillas.
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