La norte de Torre Salinas

El montañero Anselmo Vidal, más conocido como Avigamo, nos propone en esta ocasión adentrarnos en la cara norte del Torre Salinas cuyo corredor da acceso a un mundo de fantasía digno del mismísimo Michael Ende

Anselmo Vidal
22/07/2018
 Actualizado a 16/09/2019
Acercándonos a la brecha de entrada al corredor norte.| ANSELMO VIDAL
Acercándonos a la brecha de entrada al corredor norte.| ANSELMO VIDAL
Cuando llega la primavera a los picos de Europa, es el momento de afilar los piolets y los crampones porque los corredores de nieve nos abren sus trazados más fantásticos.

El principal escollo en los Picos de Europa para realizar estos corredores es su complicada y exigente aproximación. Son bastante selectivos por la dificultad que tiene llegar hasta ellos.

Otro escollo a salvar son las cambiantes condiciones cantábricas que suele tener la cordillera y que hacen que la nieve no esté siempre en el estado más deseado para escalarlo.

Se suele decir que quien escala hielo en la cordillera, está preparado para escalar hielo en cualquier parte de Europa. Yo mismo lo he confirmado en mis propias carnes.
Buscando una buena relación calidad/precio (o sea, vía bonita/aproximación). Una de las líneas más atractivas que podemos realizar se encuentra en la Cara norte del Torresalinas 2.447m. de altitud. Tiene una aproximación relativamente rápida y si el corredor está en condiciones podemos disfrutar de una actividad verdaderamente de fantasía.

Entraremos desde el puerto de Pandetrave, en una gran curvona desde la que también parte el camino de subida a la canal de la Celada. Subimos la canal de Pedavejo y bordeamos la gran Vega de Liordes por su izquierda. Vamos ganando altura poco a poco atravesando por las faldas de la cara norte de Salinas. Seguiremos progresando con paciencia hasta encontrarnos con la enorme brecha vertical que se va introduciendo en las entrañas de la montaña.

La entrada a este corredor nos hace recordar el cuento de Alí Babá adentrándose en la caverna, al grito de «¡ábrete Sésamo!».

Una vez atravesamos esta portillera, parecerá que nos hemos adentrado en el mágico mundo de Michael Ende.

Lo primero que encontraremos, según condiciones, es una cascada vertical de nieve, hielo o incluso roca viva, que condicionará la posibilidad de continuar o de tener que dar la vuelta sobre nuestros pasos.

La entrada al corredor recuerda el cuento de Alí Babá que se adentra en la cueva al grito de '¡ábrete Sésamo!'Si conseguimos superarla, es fácil que nos encontraremos atravesando un pequeño túnel vertical de nieve en el que tendremos que despojarnos de la mochila para poder atravesar semejante estrechez. Por encima montaremos la reunión sobre un par de clavos que encontraremos en la propia pared.



El siguiente largo nos lleva por una rampa bastante vertical y escasos puntos de aseguración en la que combinaremos varios pasos en mixto por un terreno más abierto, hasta llegar a la siguiente reunión casi a tope de cuerda, que montaremos al inicio de una bonita goulote de salida. Aquí podemos relajarnos disfrutando de las preciosas vistas que nos ofrece el cordal del Llambrión.

Ya nos queda solo un largo para alcanzar la cresta cimera. Pero antes de salir, el corredor nos depara la última dificultad, en la que tendremos que emplearnos a fondo para ir enlazando los pasos que nos conducen arriba.

Espectacularidad, fantasía y dificultad. Son las virtudes que encontraremos en este corto corredor que nos dejará con un magnífico sabor de boca, si conseguimos realizarlo.
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