La crisis reduce en más de la mitad el número de clubes de alterne en la provincia

La reducción de la demanda conlleva un descenso, en este caso muy positivo, de la oferta; aunque no hay que olvidar la trata de personas con fines sexuales en pisos

I. Herrera
26/10/2017
 Actualizado a 19/09/2019
Al reducirse la demanda de servicios sexuales de pago, se ha reducido también la oferta. | MAURICIO PEÑA
Al reducirse la demanda de servicios sexuales de pago, se ha reducido también la oferta. | MAURICIO PEÑA
En León sí hay trata. Así de contundente se mostró el jefe de la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras del Cuerpo Nacional de Policía, Julio Crespo, durante su intervención en la mesa redonda sobre la lucha contra la trata de personas en León celebrada en el marco de las X Jornadas Mujeres Inmigrantes, ‘Violencia hacia menores: trata y matrimonios forzosos’, organizadas por la Fundación Isadora Duncan.

Hay trata de seres humanos para fines sexuales en León, sin paños calientes; pero también afirmó que, en los últimos años, y a consecuencia de la crisis –gracias a ella en este caso–, se ha reducido notablemente el número de clubes de alterne –locales en los que concurren muchas veces las circunstancias para este tipo de delitos de explotación sexual de personas– y el número de mujeres que prestan sus servicios en ellos. La reducción de la demanda ha llevado a una reducción de la oferta. Concretamente, según las cifras facilitadas por el citado jefe de la Brigada Provincial de Extranjería y Fronteras del CNP y el jefe del Equipo de Delitos contra las Personas de la Guardia Civil, Carlos Fernandez, antes de 2008 había en la provincia –tanto en demarcación de Guardia Civil como de Policía Nacional– alrededor de 69 clubes. A día de hoy son 26. La reducción es más que notable. Y además, de aquélla, en cada local de alterne había una media de 15 mujeres, ahora no suelen ser más de seis.

El mercado ilícito de trata de seres humanos genera unos beneficios anuales de 32 billones de dólares La presión ejercida sobre estos clubes contribuyó, reconocía Crespo, a ocultar todavía más este delito fomentando la proliferación de pisos en los que se explotaba sexualmente a las víctimas, una actividad «también en decadencia», aseguraba.

La experiencia en la lucha contra este tipo de actividades delictivas permite mejorar el sistema de trabajo que, por las peculiaridades de estos delitos, hace que se traduzcan en investigaciones de gran complejidad. En primer lugar, como apuntaban los responsables de las fuerzas y cuerpos de seguridad en la materia en León, porque las propias víctimas no se consideran víctimas, y por otro lado, porque no se trata de una lucha «a corto plazo», sino que se suelen enmarcar en redes organizadas de rango internacional. Por ello, han aprendido que se ha de ejercer un control de fronteras más complejo, que se deben reforzar las investigaciones con más recursos y que hay que incorporar las investigaciones patrimoniales de forma paralela para evitar que los procesos fracasen.

El jefe del Equipo de Delitos contra las Personas de la Guardia Civil, Carlos Fernandez, señalaba que la trata de personas presenta diferentes rostros, pues además de para fines sexuales, también se da explotación de seres humanos laboral, para actividades delictivas, para extracción de órganos, de mendicidad o los matrimonios forzados. Este mercado ilícito, cifraba, genera unos beneficios anuales de 32 billones de dólares y, otro dato escalofriante, 2,5 millones de personas son víctimas de trata cada año.

Con todo ello destacaba las dos áreas de actuación en la que deben trabajar: la represión, por un lado, y la prevención, por otro, la «necesidad de concienciar» para seguir reduciendo la demanda.

En el ámbito rural, ámbito donde la Guardia Civil desesmpeña su labor, la proliferación de pisos para la explotación de personas con fines sexuales es más difícil, señalaba Fernández, pues la discreción, fundamental en estas actividades ilícitas, es algo difícil de garantizar en los pequeños núcleos de población. En todo caso, han detectado intentos en enclaves como Cistierna, La Bañeza o Villafranca del Bierzo.
En todo caso, tanto desde Policía Nacional como desde Guardia Civil apelan a la colaboración ciudadana como elemento clave para combatir esta delincuencia oculta, que no se denuncia.
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