La casa de las cien mil plantas

El herbario de la ULE es un espacio en el que se conservan y han documentados 118.882 'plantas' en pliegos que han llegado en su mayoría desde León pero también hay una gran colección de Brasil

Fulgencio Fernández
28/10/2018
 Actualizado a 18/09/2019
La conservadora del herbario entre los pliegos de "la biblioteca de las plantas", a veinte grados bajo cero. | MAURICIO PEÑA
La conservadora del herbario entre los pliegos de "la biblioteca de las plantas", a veinte grados bajo cero. | MAURICIO PEÑA
Nada más entrar en ese espacio desconocido —o no lo conocido que merece— de nuestra Universidad que en la puerta anuncian con un modesto letrero de Herbario te das cuenta de que hay mucha más vida en esa «biblioteca de plantas» que el hecho de que estén ‘muertas’ te puede hacer pensar.

Lo notas al ver la pasión que ponen en contarlo, la serie de anécdotas, los nombres y latinajos, los números apabullantes que te disparan sin tiempo para reaccionar sus dos responsables, la directora —la profesora Marta Eva García González— y la conservadora, Estrella Alfaro Saiz, una conquense que vino a hacer la tesis a la ULE y se fue enamorando de casi todo, de la montaña de esta provincia, de sus plantas... y «aquí llevo 10 años, en este trabajo que me apasiona».

- Y que sacó en una oposición con muchos más candidatos; explica la directora, pero ella ya está disparando nuevas explicaciones, anécdotas que abarcan todos los campos, hasta el político, cuando hablan de una especie «pseudocastellana», que nada tiene que ver con la política sino con la biología «pero a mucha gente le extraña». 

- ¿Y si vamos al principio, qué es el herbario?

- Es una colección pública, de uso restringido por evidentes razones de conservación, que constituye una importante base de datos que sirve de apoyo a la investigación, principalmente en estudios florísticos, taxonómicos, de conservación y fitisociológicos.

Es la colección más importante de la comunidad y una de las cuatro más importantes del país
Como Marta Eva García y Estrella Alfaro explican las características ‘científicas’ de la magnífica colección se agradece que cuando pasa el profesor Arsenio Terrón le ponga datos ‘periodísticos?, de esos que nos sirven para comparar, a este herbario.

- Es, sin duda, el más importante de la comunidad, uno de los cuatro más importantes de España y un referente internacional si hablamos de investigación, volumen...

Y así sabemos que el herbario LEB Jaime Andrés Rodríguez «aparece registrado en el Index Herbaborium, New York Botanical Garden (NYBG), es miembro de la Asociación de Herbarios Iberomacaronésicos (AHIM) y colabora con la aportación de datos al Nodo Nacional de Información en Biodiversidad (GBIF)», que a muchos lectores, igual que a mí, se le escaparán las siglas y los nombres pero viene a decir que están en la primera división de la liga de los herbarios. Y para que quede mucho más claro se le puede poner cifras, que resulta mucho más contundente: El último pliego registrado y numerado es 118.882; una curiosidad es que de Brasil están documentados con colección propia 7155 pliegos o que, por ejemplo, líquenes podemos encontrar 9693, que serían los más abundantes, mientras que diatomeas sólo hay 27. Las de hongos fungi es de 4337, por citar los más destacables.

Lo de herbario LEB, antes citado, es elacrónimo (LEB) con el que se le identifica en el Index Herbariorum. Y para completar el nombre del herbario decir que se llama Jaime Andrés Rodríguez que, explica Marta Eva García, «fue el primer profesor de Botánica cuando fue fundado el herbario, en los años 70, a la par que se creaba en León la sección de Biología de la Facultad de Ciencias de Oviedo». Fue este profesor quien inició esta colección que se ha convertido en una de las más importantes de España pero, sobre todo, «supo sembrar la semilla del conocimiento y la curiosidad por la ciencia entre su alumnado, lo que sirvió de cantera para los posteriores profesores de botánica de la Universidad de León».

Comenzó su andadura en los años 70 de la mano del profesor Jaime Andrés Rodríguez
Son, pues, cuatro décadas de funcionamiento y crecimiento sostenido de la colección; con algún contratiempo, como un «ataque» de algún enemigo, un insecto que se desarrolla precisamente en las colecciones,que estaba en esta de la ULE y causó un evidente estrago: «Ahí estuvimos, pliego a pliego, quitando partes, otros se perdieron, pero sí fue un contratiempo importante».

Para evitar estas complicaciones, la casa de los 118.000 pliegos o, como dice Estrella Alfaro, «la biblioteca de todas las plantas», las tiene colocadas en pliegos individuales y en una cámara acondicionada a baja temperatura (más de veinte grados bajo cero) que permite «conservar los pliegos durante siglos».

La parte seguramente más entretenida es escuchar las historias que para García y Alfaro van provocando muchos de los pliegos: «¿La joya de la corona? Pues el primer pliego» y cuando te lo muestran ves la diferencia del papel, del sello y hasta del color. «Es un pedidófito, si quieres te digo la especie». Mejor no.

En la actualidad conserva 118.882 pliegos, de ellos 7.155 proceden de Brasil
Después las ‘joyas’ pueden tener que ver con circunstancias personales, como la pasión que Estrella Alfaro siente por la montaña y alguna de las especies que ella misma recogió en lugares como Cofiñal, y que ella misma sigue acudiendo, fuera de sus horas de trabajo, a revisitar: «Cuando te gusta tu trabajo».

Y saben quién les lleva la planta perfectamente documentada, con todos los datos, «verdaderos expertos aficionados», quienes algo desastre, «comola vida misma», pero para eso están ellas, para que siga creciendo esta colección que «en la actualidad la principal está constituida por plantas vasculares en su mayoría procedentes de León, pero también nutrida en diferentes campañas, intercambios, donaciones y regalos procedentes de otros muchos lugares, como las hechas en Brasil a raíz de que profesores de la ULE dirigieran las tesis de estudiantes brasileños».

Y hasta ahí se llega por un proceso de ‘secado’ y conservación que nace en una prensa que ahora es muy moderna pero «seguimos utilizando mucho la de toda la vida, la medieval».

Es que este poco conocido espacio de la ULE es realmente otro mundo.
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