La autora de la ‘carta del perdón’ se desdice y se disculpa

Una carta colocada en una puerta de la iglesia de Santa Eulalia de Cabrera pedía perdón por unos asesinatos cometidos en la posguerra, era la nieta de uno de los implicados. La reacción de su familia, que desconocía la carta, ha hecho de se desdiga de la misma y ahora pida perdón por haberla hecho pública

Fulgencio Fernández
04/09/2022
 Actualizado a 04/09/2022
La carta ‘primera’ colocada en la iglesia de Santa Eulalia de Cabrera. | L.N.C.
La carta ‘primera’ colocada en la iglesia de Santa Eulalia de Cabrera. | L.N.C.
"Nadie de mi propia familia sabía nada tampoco de mi actuación. Ahora sí están enterados y he causado un gran daño a mis tíos paternos que siguen vivos". Así explica Gema Rodríguez Ballester, en una carta publicada en Cartas al Director del Diario de León, el motivo por el que se desdice de otra carta pública anterior colocada en la puerta de Santa Eulalia de Cabrera, en la que pedía perdón por los crímenes cometidos por antepasados suyos en la posguerra, dentro de los hechos de la persecución del maquis Girón.

Explica la autora de la carta que "no pensé que fuera a tener la repercusión mediática que adquirió" pues, explica, "quería que el perdón llegara en silencio a las familias de los asesinados".

Esa repercusión hizo que conociera su carta su familia y lamenta el gran daño que causó a sus tíos paternos. En la primera carta pedía perdón "a los vecinos de Santa Eulalia, hombre y mujer, que en los años 50 fueron torturados y asesinados a manos de mi abuelo, Benjamín Rodríguez Cañueto, y de su hermano pequeño, José Rodríguez Cañueto". Ahora cuenta que lo hizo "amparada en una intuición, a raízde retazos de historias y sobre todo, de lo referido en algunos libros" y, señala, "di por hecho que mi abuelo, Benjamín Rodríguez Cañueto, podía haber sido uno de los perpetradores de aquel crimen (...) pero puedo decir que no tengo certeza ninguna de que así fuera. No tengo el testimonio real ni directo de nadie. Es más, sólo he obtenido la respuesta dolida de mis tíos de que ¡su padre no fue uno de los artífices del crimen!". Por lo que concluye que "públicamente me desdigo y pido perdón a mis familiares por incriminar a mi abuelo. Ni siquiera tengo tampoco la seguridad de que lo pudo haber hecho su hermano pequeño pese a lo que dicen de él las fuentes escritas".

Y termina su carta pidiendo perdón a las familias de los asesinados, Antonio León y Carmen Ballesteros, "por reabrir una herida tan honda y desdecirme de aquello que escribí".

Cuando se publicó la carta inicial los nietos de Antonio y Carmen le habíanagradecido el gesto de hacerlo.
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